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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA y lleno <le júbifo y confianza, sin poderse contener, se incorporó en la tarima y, puesto de rodillas, deva<los los ojos en el cielo, como si la voz hubiera sonado allá, prorrumpió con gran ternura en estas pala-– bras: «Lae 1 tat1is swm in his quae dicta- s1mt mih-í: in donu-i-m Domi.,ni ibim-1,us: Alegrado me he coD la buena nueva que me han dado, de que iré presto a la casa del rey soberano». Desde entonces comenzó un <levotísimo coloquio con su Majestad, y, recreado su espíritu con la memoria y esperanza de irle a ver y gozar por toda la eternidad , acabó el curso de su vida temporal con gran dulzma y suavidad (119) . 8.-Vida, y vi?'t,udes del P. Fr. Francisco de Veas.-Muerto el Padre Fray José de Pernambuco, quedó solo en Pemba el P. Fr. Francisco de Veas, con el Hermano Fr. Jerónimo de La Puebla, religioso lego ele i1a Provincia de Aragón, pero ya muy falto de salud y cargado de achaques , y tanto , que arrojó cantidad de sangre por la boca por un mal de pecho que le sobr-evino. Envió un negro a San Salvador, pidién– dole al Prefecto se sirviese de enviarle un sacerdote que le administrase los Sacrame·ntos, y, como se hallase con salud el P. Fr. Antonio de Teruel, se le encargó fuese a asisth11e . Púsose en camino diez días antes de Navidad, juzgando _poder llegar Ja víspera; ma·s, por no atreverse los negros que le guiaban a vadear -el río, le fué preciso rodear mucho , y así no pu<lo llegar hasta el día tercero de: Pascua. 9.-En llegando encontró al P . Fr. Ludovico de Pistoya, que te– niendo aviso en Bamba, por otro mensajero, del aprieto €'11 que se ha– llaba el P . Fr. Francisco, habfa ido a administrarle los Sacramentos. Cesále por entonces el accidente, aunque le dejó muy quebrantado de fuerzas, y por esta causa, aunque el Prefecto t,enía intento de que el Padre Fr. Antonio volviese a San Salvador, resolvió dejarle en aquella banza por entonces. Por este tiempo se ofreció el accidente siguienk , con cuya ocasión se le agravó más la enfermedad de pecho al P . Fray Francisco y se le añadieron otros achaques nuevos. Sucedió, pttes, que al marqttés se l,e rebefaron ciertos pueblos de su (119) El P. José de Pernambuco, perteneciente a la Provincia de Castilla, tomó d hábito en Salamanca el 20 de abril de 1634. Fué nombrado en 1644 Maestro d,, nuevos y de Gramática en el convento de Toro. Conocía muy bien la lengua del Congo y predicaba en ella. Animado con su ejemplo comenzó también el P. Teruel a estudiar con ahinco la lengua. De él ha hecho muy cumplido elogio en su D e-pcrif• – ción narrativa de la misión seráfica de los Cap1tchi1tos y ms progresos et! el reino del Congo, ms. c., pp. 129-130. No dice sin embargo la fecha exacta de su muer-– te, que sucedió en el mes de noYiembn• de 1653 en Pemh;;i (Cfr. nuestro Necrologfo, o. c. , p. 277),

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