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\ En que se da noticia de la muerte de los Padres Fr. José de Pernambuco y Fr. Francisco de Veas, y de su vida ejemplar. 1.-En las divinas instrucciones con que el maestro de la vida, Cristo Jesús, doctrinó a sus discípulos y •en cabeza de ellos a todos los pre– dica•dores evangéilicos que les habían ,de suceder en el ministerio, no sólo se les •encargó el que se desapropien de todo Jo terreno y el que se abracen con la cruz y mortific,ación, procurando ser luz a todos con el bi,en obrar, pero que vivan con tal •estudio y vigilancia en el servi– cio del Señor soberano, qué en cualquier día y hora que llegara a purlsar a sus puertas, al mismo instante le abran: Ut cum venerit et fmlsaverit, confestiJm aperiant ei (117). Circunstancia a la verdad tan necesaria •en todos, y especialmente en los obreros evangélicos, que, si falta, tendrán por castigo el vapulabit 11iiütvs, que dice Cristo en el msimo texto, si ya no el nescio vos •de las vírgenes. necias. Pero, si viven en perpetua centinela ele sí mismos, serán para siempre dicho– sos y bie11aventurados, siendo eíl mismo Cristo el que así los canoniza por Jas palabras siguientes: Beati se11Vi illí, quos, cum venerit Donvi'– wus' inve:nerit viigiv,antes. 2.-Del número de estos dichosos operarios debemos considerar a los Padres Fr. José de Pernambuco y Fr. Francisco de Veas, hijos de la Provincia de Cas:tilla, y varones tan atentos a la observancia de los divinos pr•eoeptos y al S·eráfico Instfruto, como por el contexto de su vida s•e puede conoc·er. No murieron en un mi~mo día, aµnque sí en un mismo año y lugar, que fué en el de 1653 y en la, banza de Pemba, (117) Luc.. 12, 36-37.
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