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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 14.-Las fragancias que en vida y después ,de muerto exhaló este apostólico varón con sus virtudes, fueron muchas y suavisimas, y tales que>, si se busca en él la hum~ldad, la había adquirido tan profunda que, en medio de ser muy docto, se reputaba por el más insipiente y siempre consultaba sus dudas, aunque fuese con otros de menos sa– ber, acomodándose en lo just? y piadoso al sentir ajeno, por parecerle más acertado que el propio y tener la ocasión de humillarse. Si se miraba a la compostura exterior e interior, resplandecía en él tal pu– reza de ánimo, tall blandura de condición y tal suavidad de costum– bres, que, a quien llegaba a tratarle. le par,ecía o que conversaba con un ángel humano o que tenía presente un hombre angélico. 15.-Su pacie·ncia y su sufrimiento en los trabajos fué tan rara, que nadie le vió jamás desabrido ni quejoso por grandes que fuesen; antes bien. esmaltaba esta virtud con la perfecta caridad fraterna, ya conso– lando a los ,enfermos y afligidos en sus penas y dolores con mucho agrado y compasión , ya sintiendo bien de tocios, excusando las faltas ele sus prójimos y echando 1!as cosas a la m,ejor parte. En el ejercicio y práctica de la oración era, sobre incansable, int,msísimo . y de cali– dad que, fuera de muchas horas que gastaba en ella, en común y en particular, andaba siempre elevado y como extático por la vehemencia de su espíritu en no perder un punto a Dios de yista. 16.-Ocupado su interior en tan soberano empleo, no salía de su boca palabra que· no fuese dirigida a la mayor honra de Dios y para edificación de sus prójimos, pero por cuanto, según el Apóst?l, adonde está el espí-ritu verdadero, allí s,e halla 0a libertad, la suya en decir, cuando lo pedía el caso, ya en ·é'l púlpito o fuera de él, era muy •supe– rior, pero acompañada d,e la sal coúveniente, de la prudencia y discre– ción, como se vió •en la corrección que hizo al r•ey cuando le advirtió los vicios con que tenía escanda1izado su reino. Aprendió la lengua conguesa excelentem,ente y con eso confesaba y predicaba sin el ,em– barazo de los intérpretes y con mucho gusto <le los naturales y no menor fruto, y, como era ya tan práctico ·en ella, se dedicó a enseñar- 1-es a los muchachos la gramática, en cuyo ministerio gastó más de tres años. 17.-En Loanda fué recibido de los portugue3es con general aplau– so y aclamación de santo y varón prodigioso; allí residió un año, poco más o menos, ej-ercitando su ministerio apostólico de predicar y con– fesar y otras obras de singular piedad y edificación, con todo lo cual

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