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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 9.-Con esta mala disposición tomó ,el camino y como mejor pudo llegó a Gongo d,e Bata, adonde se le fué agravando la enfermedad. Desde aquí avisó al Prefecto de lo que 11e suc-edía y éste habló al rey para que mandase llevarle a San Salvador para curarle. Hízolo el rey y despachó dos esclavos con una r•ed para que le llevasen en ella ; em– pero, por presto que fueron, ya cuando llegaron lo hallaron muerto y se volvieron. En sabiendo su muerte d Prefecto, hizo cuantas diligencias pu<lo para averiguar cl motivo y circunstancias de ella, pero sólo pudo ave– riguar lo que llevamos referido, a causa de que los agresores, temero– sos del castigo d,el rey, no quisieron declarar jamás la verdad del hecho. Pero, sin •embargo, el común sentir y deposición de los más ve– rídicos fué siempre que el celoso siervo de Dios murió por los motivos referidos, y, habiendo sucedido en esa conformidad, merece justa– mente ser contado en el número de fos mártires que por la fe y re– ligión católica perdieron sus vidas. 10.-No se haUó religioso alguno •en Gongo de Bata en esta oca– sión, pero para consuelo suyo y manifestación de que la muerte del siervo de Dios había sido preciosa en su divino acatamiento, permitió su Majestad que el cadáver, con estar tan molido de 1os golpes y en– venenado y ser la tierra tan ardiente que en breve rato se corrompen los cuerpos, aún después de muchas horas que tardaron en darle se– pultura, no sólo no se experimentase corrupción o mal olor, pero desde el instante que entró en la iglesia hasta que le dieron sepultura, por todo el tiempo que duraron las ,exequias, no cesó de exhalar de su ros– tro un sudor copioso cual si fuera de un viviente ; 110 cual fué con tal exceso, que un holandés católico, que se halló presente, es-tuvo conti~ nuamente enjugándose'lo ·con un lienzo, causando a todos admiración así este efecto. :tan nunca visto en aquella tierra, como el que se hu– biese conservado el cuerpo sin corrupción, ,después de tantas horas. 11.-Dióle· sepultura al siervo de Dios, según parece, el cura de la parroquia <le Bata en la banza de Gongo, y su fe1iz tránsito fue en d año de 1652, aunque no sabemos el día fijo. !Las relaciones del Congo hab1an de las virtudes de este religioso con sumo aprecio y a lo dicho añaden cómo los miserables agresores tuvieron después el condigno cas– tigo de su sacrílego atrevimiento, pues tomó a su cargo ,efl rey el ave– riguar el delito y en pena de él castigó a unos que halló ser más cul– pados y a todos los demás los condenó a esclavitud y los remitió a Loanda para venderlos a los portugueses. De éstos hubo dos mucha-

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