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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA re:y, la asieron los alguaciles de un pie y con tal violencia, que la de– rribaron en tierra y del golpe que <lió, quedó muy maltratada; quejó– se la buena s·eñora con eJ dolor que le ocasionó la caida, pero el rey, cuando lo supo, lo celebró con risa y donaire:. Al fin los amarraron con cadenas a todos a los postes de fas casas, a cada uno ,de por sí,, que éstas son sus cárceles, y en ellas padecen los presos muy grandes pe– nalidades y afrentas. 8.-'-Divulgóse por la corte' el suceso y, escandalizados todos , nobles y plebeyos, se quedaron atónitos y comenzaron a tumultuar, pidiendo a Dios venganza de la crue1dad e injusticia que se usaba con personas de tan relevante calidad y de virtud tan conocida. Supo e'l rey 1o que pasaba y lo mal que había parecido la acción, con que para dorar su yerr,o y honestar su venganza con apariencia de justicia, mandó hacer reseña para que todos Jos nobles y cortesanos se juntasen a hora seña– lada •en la plaza principal, para cuyo efec:to también mandó llamar a todos los canónigos y ·eclesiásticos y también a los religiosos. 9.-En estando todos juntos comenzó a dar .satisfacción de su cruel– dad, diciendo cómo había mandado prender a los sujetos rderidos por ser traidores a su persona y rebeldes a sus mandatos, y que, por tanto, erán dignos de muerte, la cual se ejecutaría. indisprnsablemente con ellos y con cuantos en adelante no tuvies,en la lealtad y rendimiento de– bido a su persona. Ate.'morizóse la gente, viendo en su resolución tal severidad y, por huir de los filos del cuchillo, nadie se atrevió a hablar palabra, remitiendo a la piedad de los religiosos el reducir el rey a me– jor acuer,do. Así lo hicieron, procurando templarle con cristianas y prudentes razones que bastaran a ablandar un bronce, pero nada bastó para aplacar su enojo. De donde arguyeron los Padres no pararía allí su despique sino que también a ellos les alcanzarían las resultas, como sucedió y veremos en otra parte ; empero por entonces no se ejecuta– ron más crueldades que las referidas. 10.-Pasados algunos días de prisión <lió orden secreta a los minis– tros para que le cortasen 1a cabeza a Don Ambrosio, y a la hermana de la reina, demás de: la cabeza, el brazo derecho, y que fuese deste– rrada, o más propiamente presa, la 'princesa Doña Leonor, a quien llevó un fidalgo a los confines de aquella provincia, con instrucción de que en •e'l camino le ,cortase la cabeza. Salieron de la corte y el fi.dalgo anduvo tan cristiano y caballero que , mirando a Dios y a 1a inocencia de la buena señora y considerando su ancianidad y grandeza, no se
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