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354 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA la corte con su hermano Don Pedro, le ofr.E-tió el r,ey por mujer a su hija y por dote con ella est,e ducado, con designio de empar,entar con esa casa y asegurarse más bien en ,el reino, teniendo de su parte a es– tos príncipes que, sobre s•er grandes, eran muy amados d,e todos. Mas Don Lázaro no quiso ac·eptar el partido, juzgándolo por cosa ele me·– nos reputación, y así le respondió al rey, cuando le hizo la propuesta, que para ser duque de Bamba le sobraban méritos y que así no tenía necesidad de' casarse con su hija. De esta respuesta tan seca s,e <lis.gus– tó mucho el rey ; nombró por duque al fidalgo rderido y le casó con la prinoesa, y después hubo las tragedias que a-delante veremos . 3.-Apenas llegó a la banza d P. Fr. Ludovico de Pistoya, cuando se introdujo una ,discordia entr-e ,e1 duque y la duquesa, fundada en ciertas mal entendidas raz.ones, por donde vino a sospechar que la du– quesa le había hecho traición con otro fidalgo grande. Pasaron los ce– los tan adelante, que quiso prooeder juridicamente contra ella, avocán– dose 1a causa y haciéndose juez de ella, siendo parte, y no teniendo fundamento alguno de razón. Entró a ajustar esta materia eJ P. Fray Ludovico y, con la ayuda de Dios y las razones que le ponderó al du.. que, se sosegó ,en sus mal fundadas sospechas, y ,desde entonces co– rrieron c.on mucha paz. Fué providencia del cielo llegase este rdigio– so a tan buen tiempo, que, si el duque pasara a ejecutar fo que tenía intE- 1 nto, ,es sin duda que se hubieran movido unas guerras muy san– grientas, por lo qne se ofendería del caso el rey. 4.-Sosegada esta tempestad, comenzaron los Padres su m1s10n y en espacio -de cinco meses que residieron ·en aquella banza, edificaron casa ,e iglesia capaz para poder hacer sus ejercicios, así porque la an– tigua de la banza estaba lejos, como por no caber en ella la gente. No dejó de hacerse fruto considerable en las almas, pero no tan colmado e-orno en otras provincias, y .es sin duda que hubiese sido mayor si no fuera por los accidentes que ocurrieron, como en otras partes. En– tre ellos fué uno el haber arribado a Luanda el P. Fr. Jacinto de V,e– tralla, que Uevabé!, ,d,espachos de la Sacra Congregación para gobernar aquellas misiones como Prefecto y superior d,e ellas, a causa de que, según se dijo en otra parte, 1o había pedido a la misma Congregación el P. Fr. Buenaventura de Alessano para exonerarse del oficio y poder pasar a hacer misión al reino de Macaco, que es de la otra parte del Zaire, y desde allí al imperio abisinio. 5.-Al tiempo que llegaron las ca-rtas a Roma se hallaba allí- el Pa– dr,e Fr. Jacinto de Vetralla y, habiéndol-e otorgado la Sacra Congre-
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