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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA nisterio por no coger el fruto colmado que desea, pues al fin: Qui se– minant in Jacrimis, in -er,xwltatiione metenit (106), ni tampoco vanagloáar– se cuando encontrase frutos pingües y abundantes, pues, como dice San Pablo: Ne que qui, plantat est aliqiiid, neque qui 1·igat, sed qui in– crementum da-t, De1ts. Con cuyas palabras consuenan las del Rey Pro– feta al salmo 126: J.\Tisi Domi-nus aedificaver·it do1n-um, /n vanum labora– venmt, qui aedificant eam (107). 3.-Habiendo, pue·s, trabajado dichos Padres por espacio de un año en el territorio estéril de Encusu, sin reconocer fruto notable en sus vecinos ni esperanza de ver1e en mucho tiempo, trataron de pasar a otra provincia, donde con más veras abrazasen la doctrina evangélica y se les ludese su trabajo ; pero con todo eso, -estimulados del desam- . paro en que quedaría aquella genbe, si se ausentaban, no se atrevieron a iej,e·cutar ese designio sin consultarlo primero con Dios en Ja oración y después con el Prefecto para que dispusies,e lo que juzgase más con,.. veniente. 4.-Estando en •estos intentos 1es abrió Dios camino para el caso con d accidente que sobr,evino entonces de las guerras siguientes, con las cual 1 es se conturba todo y se les embaraza a los misioneros su em– pleo. Es el marqués de Encusu, como los d·emás títuJos del reino, nom– brado por dección del pueblo y la confirmación lie toca al rey; pero, habiendo elegido a éste.' y dádole la obediencia todos, sólo un primo suyo que habí-a pretendido serlo, se la negó y procuró echar.lie de la silla a fuerza de armas para alzarse con el estado. Para este efectó se retiró de la banza de Encusu y sé pasó luego a ciertas libatas de los confines de un reino de gentiles . y desde allí escribió al rey, pidiéndo– J¡e favor y ofreciéndose por su vasallo, si le ponía en pos·esión d:e-1 mar– quesado que su primo le había quitado con sus inteligencias. 5.-Sentóle al l'!ey gentil bien la proposición del fidalgo y, des~:oso de la gran ocasión, envió un embajador al marqués de Encusu, que en su nombre Je <lió el recaudo siguiente: «Hág,oos saber cómo ese estado que ocupáis no -es vuestro y que le pertenece a vuestro primo, el cual se· ha amparado de mí para que le ponga en posesión ; estoy en hacerlo cuanto an:tes, pero, si vos qui'siereis reconocer vasallaje y su– jeción a mi corona, os mantendré en pacífica posesión; pero si no, os despojaré de él, haciéndoos guerra, y, para dar principio a ,ella, me· (106) Psalm., 125, 6. (107) Psalm., 126, 1.

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