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tA MISIÓN DE1. CONGO p,1•ojecit in ma,re, etc. (102). Prosiguieron el vtaJe fdizmente, hasta llegar a Pinda, pu·erto c1e Soño; allí desembarcaron y, en llegando a la banza, supieron ,de los religiosos que residfan en ella cómo pocos días antes había pasado de esta vida a la otra en San Salvador el 1 P. Fray Buenaventura de Alessano, primer Superi-or y Pr,efecto de aquella mi– sión, cuyas virtudes admirables nos llaman a una devota digresión en la cual observaremos el ord,en y breveda•d que con otros rdigios9s de quienes hasta aquí hemos hecho mención en sus propios ~ugares (103). 7.-Fué e! P. Fr. Buenaventura de Alessano hifo d,e la Provincia de Roma y de tán santas costumbres y buenas pr,endas, que ocupó en ella varios puestos y aun, cuando le nombró Prefecto tia Sacra Congre– gadón para ,el Congo, se hallaba actualmente Guardián de uno de sus conventos. Dotóle Dios de un espíritu genei·oso y muy robusto y, para ensayarse en el ministerio que después ejercitó con singular pruden– cia y alabanza de todos, así, propios como extraños, se enti,egó desde su entrada en la religión a un género de vida maravilloso. Su oración era tan frecuente y fervorosa que parecía vivía <le solo ese manjar; en ella padecí.a continuos éxtasis y fuera de ella andaba siempre elevado. De aquí prooedíian efectos tan soberanos, que se abrasaba en amor de Dios y en celo de la salvación de 1.as almas de sus prójimos y, para desahogo de tan sagrado volcán, no había medio que no int,entase por costoso que, fuese. 8.-Era incansable en atormentar su cuerpo con rigurosas discipli– nas, cilicios y austeridades, entre las cuales observó por muchos años una bien extraordinaria y singular, cua4 ftté no comer ni beber cosa alguna sino de ocho a ocho días, que venía a ser ios domingos. Si bien en ,el Congo re rogaron sus compañeros, viendo sus grandes fatigas y la poca sustancia de los manjares, templas.e· aqu,el rigor, tomando cada día alguna cosa, y el santo Padre, por condesc,en<l,er con sus devotas y continuas instancias, les obedeció ·en eso, más por mostrarse rendido y complacer a sus ruegos que' por dar al natural es,e alivio, y así se redujo a comer ca<la día tres o cuatro nicefos o plátanos, Vo cual obs,er– vó hasta la muerte. 9.--Causábales a todos admiración su rara abstinencia y sobre todo el que, comiendo los domingos el manjar que se servía en la comuni- (102) Exod., 15, l. (103) El P. Buenaventura de Alessano falleció el 2 de abril de 1651, cuando se disponía a pasar a misionar al reino de Macoco, para lo cual había obtenido previo permiso de la Congregación.

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