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172 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 16.- Recibióles 0011 mucho afecto, mostrando haberle! sido de esp·~– cial gusto su llegada ; fuéies abrazando uno a uno y besándoles e] ha– bito, y, después de haberle dado cuenta ,de cómo iban mandados del Sumo Pontífice y de la Sacra Congregación a aquel reino , les ofreció su amparo y auxilio ,en cuanto necesitasen para la mejor ej,ecución de su ministerio. Despidiéronse y luego inmediatamente les e'nvió algunos regalos de cosas del país. El día siguiente acordaron de despachar un correo a los Padres que residían ,en San Salvador con e} aviso de su f.eliz arribo. y, •en el ínterin que volvía, s,e comenzaron a estr,enar en su apostólico ministerio, bautizando y administrando los demás Sacra– mentos, especialment,e •en la Semana Santa, para que los naturales cum– pliesen con la Iglesia. Hicieron también su altar y monumento para más solemnizarla y, aunque pobre de alhajas, ,estuvo muy devoto y para aquella gente fu é de mucho consuelo, como para los Pa,dr,es, el ver la procesión de los discipJinant,es ,en que iba innumerable gent,e, unos azotándose y otros con velas enc,endidas, y todos con gran si– kncio, devoción y compostura. 17.-0cupados los religiosos en estos o semejantes ,ejercicios de pi,e– dad, esperaban ,de <lía en día la respuesta de los Padres de San Salva– dor; pero, aunque el propio que llevó las cartas prometió llegar en cuatro días, con todo ,e:so se pasaron más de doce antes que tuvieran noticia de su llegada. Despacharon de nuevo o:tros dos mensaj,eros y sucedió lo mismo ; con eso entraron en sospecha de que el cond·e y sus fidalgos les impedían ,el viaj,e, lo cuaJ fué así; y d motivo consistió en una vana presunción sugerida por el común adversario para inquietar los ánimos. Portábase con ,el r,ey, después de las paces,' como león ene– migo reconciliado ; y, poco seguro de sus palabras, sospechó que las tres embarcaciones por la part,e del Zaire y el ejército del rey por tie– rra, todos a un mismo tiempo, le quer,ían hacer guerré)., tomando por asunto para la sospecha e:l juzgar vanamente que los Padr,es que se embarcaron en Angola para traer las embajadas al Papa y al Príncipe de Orange, habían v•enido a solicitar en Europa aquel auxilio militar en favor del rey para acabar de una vez con él y su gente. 18.-Con esta sospecha vivió algunos díias el conde; empero, car– gando más la consid,eración ·en las largas experiencias que tenía de la virtud y sinceridad ,d,e los religiosos y en que todos sus medios los or– denaban a la mayor extensión de la fe y bien de las almas y a la paz común, se quietó y no hizo la menor demostración ni tan¡.poco sus fi– dalgos, antes bien s,e portaron d·e modo que no faltaron a ohs,equio al-

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