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168 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA cesionalmente, acompañado,s de innumerable gente y de ' la Comunidad , llegaron al puerto donde se despidieron unos de otros, y, tomando falúas, se hicit. 1 ron al agua para entrar en el navío. !Luego el di:a de Santa Teresa deJ año 164:7, con viento en popa, se hicieron a la vela todas tr,es embarcaciones y prosiguieron su viaje felizmente, aunque con algunos sustos del mar, que nunca faltan y, ·E-'n espacio de diez día s, llegaron a desembarcar a Canarias. Aquí se detuvieron otros diez días , mientras el capitán se proveyó de algunas cosas neoesarias ; pero en el ínterin no estuvieron ocioso•s, antes bien se ocuparon en predicar y confesar la gente, siendo los concursos tan numerosos, que apenas les da_ban lugar para tomar la refección ordinaria. El fruto que ,en esta ocasión se hizo fué maravilloso y nada inferior al que en otras muchas oca,siones han h e.:cho en estas islas los nuestros. 4.-Pasados los diez días, se volvieron a embarcar y, aunque el viento por entonces fué favorable, después sobrevinieron unas grandes calmas y lluvias que duraron casi un mes. Experimentaron la conve– niencia de haber llevado las tres ,embarcaciones para mayor seguridad, pues, a no ser el navío de tan buena calidad e ir tan bien acompañado , corría peligro de que los hubiesen cogido y hecho prisioneros ; pues lo uno pasaron casi a la hora del mediodía a vista de Angola, y lo otro por haber encontrado en diferentes parajes otras embarcaciones gran~ eles de corsarios y ,enemigos, que, descubriendo la nao y viéndola tan bien artillada y 1as otras embarcaciones en su conserva, les huían el cuerpo sin atr-everse a llegar por no dar en sus manos . 5.-Est,e riesgo despreció un navío francés, pero pagó su arrojo quedando por pr,esa de los nue_stros. Lo mismo sucedió en la isla del Príncipe, de vuelta del Congo, con un pingüe y una fragata de holan– deses que corseaban por aquellos mares y hacían gravísimos daños a los pasajeros. Durante las calmas sucedió que un pez, llamado espada, que la tiene en la cabeza, acometió con tal violencia a la fragata, que traspasó con ella los maderos y una arca contigua a ellos: tanta es la fuerza del tal p ez y tanta la fortaleza de los animales en su centro y elementos; mas, al fin, quedó preso y sin poder moverse. Pocos gra– dos antes de llegar a tocar la Libra, perdieron nuestros navegantes el norte; mas , attnque algunos han dicho que en pasando de la otra parte no influye en 1a aguja, reconocieron su -engaño manifiesto, pues el norte influy,e en todos los paraj-es del mundo; sólo hay esta diferen– cia: que de la otra parte de la línea no se ve estrella que constituya polo ; pero en su lugar se mira una cantidad ele estrellas de tal ~uerte
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