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LA MISIÓN DEL CONGO 161 ta peccat,oris flageilla; spe,rnntern (iutem in D-011iino, mise1icordia cir– cumdabit (36). 12.-Asimismo, mientras dichos Padres ·estuvieron en La Haya, ad– quirieron noticia cierta ,e individual de la pérdida del navío del capitán Falconi que los condujo al Congo, y ,en que volvi,eron a Europa Fray Migu<"I de Sessa y Fr. Francisco de Pamplona. Suc-edió, pues, que na– vegando con próspero viei1to, irr•emediablemente vino a dar en un ba– jío y ,encalló, de suerte que no fué posible moverlo. Viendo capitán y piloto que no podían desencallarlo, ,esperaron que pasase algún bajd para pedirle auxilio ; acertaron a v-er a 1o lejos uno d,e ingles-es que pasaba a comerciar ; llamáronle con la s-eña acostumbrada, disparando una pieza, y se acercó a ellos. 13.-Pidiéronle permitiese pasar a su navío la artillerfa y fardos de peso para aligerar -e'l vaso y des,encallarlo ; concedióselo, y ayudaron a ello los marineros; pero, preso de la codicia, viéndolo ya todo en su poder, faltando a la fidelidad y obrando vilmente, se hizo a la vela y, sin hablar palabra, se dejó el naví:o como s-e: estaba y to,da aquella gen– te con •el desconsuelo que se pu,ede imaginar. Poco después sobrevino otro bajel de holandeses que cost,eaba aquellos mares y, viéndole de aquella suerte, •dió sobre él con sus armas; pero como la g1ente se hallaba incapaz de defensa, se le rindió luego con pérdida de todo cuan– to había quedado. Esta tragedia le sucedió al capitán Fakoni con su navío, ·después de los muchos ,debates qu.e <tuvo con los holandeses en Pinda y Soño ; y aun al tiempo de •encallar ftté tanta la violencia, que pensó perder 1a vida y lo mismo cuantos v,enían embarcados en él. Al fin, después de algún tiempo, llegaron. to-dos a Europa y, como mejor pudo, armó otro navíío, con d cual le fué tan bien, que -en pocos me– ses volvió a restaurar lo perdido y a adquirir caudal considerable. 14.-En esta trag,e<lia s-e ve la inconstancia de las cosas humanas y lo que dice el Eclesiástico al ·capítul!o 43, es a saber: Qui navigant mare, enarrent peril.cula e'jus (37), y que , aunque Dios mortificó por entonces a este capitán, después lo mejoró de fortuna, para que se en– tienda que su providencia es admirable y que ,en las a<lversida<les, y más -de los buenos católicos, ,como lo e.ta éste, no tira a destruir sino a mejorar, y así: Deus 1no1'tificat et vimfica}f;, deditcvt ad in/eros e·t re– duciit (38). Siendo lo más r,e'gttlar en su divino consejo lo que su Ma- (36) Psalm., 31, 18. (37) Eccles., 43, 26. (38) I Reg., 2, 6. · 11
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