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r54 MISIONES CAPUCHINA$ EN ÁFRICA 9.-El día siguiente envió S. M. a! príncipe a nuestra escuela con los demás hermanos y, r,econociendo éste la merced que habíia reci- bido por me;dio de la Virgen Santísima, se firmó de allí en adelante el. es_ clavo de la Madre de Dios. Creció asimismo en su pecho la devo– ción con nuestro Seráfico Padre San Francisco y muy particularmen– te con nuestro San Félix de Cantalicio, cuya int-ercesión invocaba si,em– pre en sus necesidades y juzgaba haber influído mucho para conseguir la libertad. Es,ta devoción heredó de su piadoso padre, el cual la tenía tan afectuosa al santo como lo mostraba el singular aprecio que ha– cía de su imagen, estimando tanto una que le <lió el Pr,efecto, que él mismo por sus manos le labró una guarnición muy curiosa y la tenía puesta a la cabecera ,de su cama. Finalment,e, con la r,ecuperación del príncipe se se.Tenaron los ánimos y la materia de las r·educoiones tomó mejor semblante; comenzáronse a tirar más dilatadas líneas para nue– vos progr,esos en la fe y se dispusieron las embajadas siguientes . ,i

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