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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA confiaban en su loca presunción y soberbia. Y así se hubieron de aco– ger a su primera evasión y excusa, dióendo que no ha,bían estudiado y que por eso no le satisfacían a sus argumentos. Mucho les apretó con deseo de sacarlos de su ceguedad, pero cada vez más obstinados, se quedaron en ella. Todo el tiempo que estuvieron en aquella ciudad, hasta disponer su vuelta al Congo , que no fueron pocos días, los tu– vieron con guardas en la posada, o porque el Padre no predicase·, que sabían lo deseaba hacer, o porque algunos católicos ocultos que ha– bía no conversasen con él, particularment-e dos mer-caderes, uno caste– llano y otro flamenco, y, aunque estos dos profesaban públicamente nuestra santa fe católica y pidieron licencia a los -dir-ectores para visitar al Padre y al confesor del rey, para con' ese pretexto confesars-e, no hubo medio de concedérse·Ja. 3.-En ese Íiruterin enfermó ele peligro -e'l flamenco y, deseoso de re– cibir los Santos Sacramentos, halló tanta repugnancia en los directo– res, que no lo pudo conseguir. Supo el Padre Jo que pasaba y se re– solvió a socorrer aquella necesidad a todo riesgo de la vida, que tanta como esto era su caridad. Para ese efecto le pareció s-er conveniente mete'rse en un rollo de estera y, <::ubierto en forma -de fardo, hacerse llevar a su casa en hombros de algunos negros. Así lo pensó y así lo hubiera ejecutado, si los mismos mercaderes no se lo hubieran impedi– do por el mucho riesgo a que se exponía y ·e'l daño que a todos les podía resultar si llegase a ser descubierto de alguno de los esclavos en cuyo secreto había poco que fiar. 4.-Desvanecido ,e·se medio, probó el caritativo Padre a ver si podía recabar de los directores le concediesen licencia para despedirse de los católicos, Las instancias que les hizo fueron tantas y tan apretantes, que al fin se lo concedieron. Confesólos a ambos y J;es clió la Sagrada Comunión, y de este modo los dejó muy consol'ados. Ellos quedaron tan agradeddos y -devotos a la Orden y a su bienhechor, que le socorrie– ron con todo lo necesario y 1e di-eron para la misión vino y harina que era lo que más necesitaban, por hallarse con dificultad en aquellas tie– rras y ser preciso uno y otro para las Misas. Y aun ele aB~ a,delante les enviaban sus socorros de esas dos espedes al Congo . 5.-No tuvo efedo la embajada, según se ha visto, pai-a recuperar los cuatro religiosos genoveses, ni fuera fácil su r-estauración, porque, según supieron , apenas saltaron en ti-erra, después de tan larga y pe– nosa navegación, cuando pasaron a ser prisioneros y los despojaron de cuanto llevaban y dentro de tres días los metieron en un barcón viejo ,
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