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LA MISIÓN DEL CONGO III grcgantes, así hombres como mujeres, tengan ,diligente cuidado y mu– cha caridad con los ienf.ermos de su Congregación, visitándolos a me– nudo y procurándoles el remedio espiritual y también el corporal, en cuanto pudieren . Y cuando mudere algún congregante, deban asistir los demás a su entierro, encomendándole a Dios; y lo mismo s·e les aconseja que hagan con los demás enfermos, particularmente con Jo·s pobres, visitándolos y socorriéndolos con lo que pudieren, procurando ante todas cosas el que s·e confies,en y reciban los Santos Sa<:rarnentos. 5.-Para todo lo cual tornarán por especiales abogados y se propon– drán por ejemplares d·e éstas y otras exr•elentes virtudes, a los santos de nuestra T,eroera Orden, San iLuis, rey de Francia, y a San Elceario, conde de Aniano, a las dos Santas Isabete's, la una reina de Portugal y la otra hija del rey de Hungría, todos los cuales, con grandes actos de caridad y religión, se ejercitaron ·en estos ministerios. Estas cinco cosas sobr-edichas se han -de guardar en nue 1 stras <:ongregaciones, ad– virtiendo que ninguna de ellas impone nueva obligación de pecado mor– tal ni veniál, sino la que Ja ley de Di-os trae consigo y por ella somos obligados a guardar» (27). 6.-Habiendo, pnes, dicho hasta aquí los frutos que se siguieron de todos lo.s santos -ejercicios rderidos; convi-ene dar ahora noticia de una maravilla especial que se experimentaba ·en aquellos principios y duró por algunos meses, hasta que' aquellos Padres pudieron ent,ender biien la lengua <:onguesa, para que s·e v•ea haber sido obra de la Divina Sa– biduría, y que, -cuando el Señor es s•ervido, sabe obrar prodigios por los medios y caminos a nuestro juicio menos proporcionados. Ya de– jamos dicho cómo ,eran muy frecuentes las pláticas y sermones y la5 confosion:es, pero no ·el medio y forma como uno y otro se hacía. Di– rémoslo ahora y s•ervirá de aviso para los religiosos que en a:delante s·e emplearen en semejantes misiones, y en primer lugar trataremos del estilo que tenían ,en predicar, hasta que supieron bien la lengua del país, y -era en -esta forma. Valíase -el predicador de un intérprete diestro en (27) El P. TERUEL, ms. c., pp. 37-40, trata precisamente de estas Congregacio, nes establecidas por los Capuchinos en San Salvador y luego también en todos los centros misionales, y no sólo pone los estatutos mencionados por el P. Anguiano , sino que añade también otras Ordenaciones y las Condiciones que han de tener los que hubieren de sei- admitidos en la Congregación . Esto nos prueba que no se tm– taba ya de cristianos vulgares, ,podemos decir, sino de personas _fervorosas. Cfr. nues– tro artículo: Dos relaciones inéditas sobre la misión capuchina del Congo, en Collec– tanea Fran ciscana, 16 (1946), pp. 123-1, dondt: se copian dich¡¡,s Ordenaciones y Con- dic-ionr.s. ·

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