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106 MíSIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA taron las señales. Al pasar por delante del Santísimo Sacramento ha– cían todos una ceremonia bien singular y que les causó extrañeza a los Padres, y era volvier las espaldas a Su Majestad un breve rato y f'n– tonces se daban recios azotes. Preguntaron después los religiosos el motivo -de aquella acción y les respondieron que: lo hacían en señal de especial dolor y arrepentimiento de haber ofendido a Dios, y que el dar– s,e •entonces tan recios golpes, e:ra como decir: «Veis aquí, Señor, es– tas espaldas bañadas en sangre que, sacada a voluntarios golpes, te la ofrec•emos por testigo que haga fe d,e¡ gran dolor y sentimiento que te·nemos de las gravísimas culpas que os obligaron para nuestra salva– ción a verter la vuestra preciosísima: misericordia, Señor, miseri– cor,dia.» 11.-Quedaron }os religiosos muy ,e,dificados cuando supieron el mo– tivo cl,e tan •ejemplar acción y en gente tan poco cultivada hasta enton– c~s, ponde•rando, sobre todo, cuán sencillamente y sin sombra de va– nidad procedían todos ·en semejantes ocasiones. En acabando la carrera destinada para la procesión, se iban a curar a sus casas y luego vol– vían a la plazuela del conv,ento y al pie de una cruz grande, que hay en ella, dejaban los ramales y las pobres túnicas ensangrentadas, como despojos de su triunfo. Viéronse últimamente aumentados y perfeccio– nados todos los ej,ercicios espirituales referidos en dos Congregaciones que aquellos Padres instituyeron, a las cuales se <lió principio con los más principales fidalgos que se reduj,eron a profesar vida más ajustada, como luego veremos.
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