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Envía el rey a los m1s10neros un gran regalo, señálales sitio por su mano para huerta, y dícese cómo ejercitaron su ministerio en aquella Corte y su grande ejemplo. 1.-Ca.da día se admiraban más los cortesanos de San Salvador y se confundían más, viendo los ejemplos admirables de los misioneros en todas líneas; pero, sobrie todo , les llevó más la atención a admirar su desasimiento -de las cosas temporales, faustos y aplausos, la tole– rancia en las ad~ersidades, su modestia, su templanza, contentándose con lo muy preciso, su afabilidad con todos, y el ver prácticamentie que sólo y en todo buscaban a Dios y la salvación de las almas, para cuyo efecto no perdonaban trabajo ya de día, ya de noche¡ atendían con suma carida,d a los prójimos en todas sus necesidades espirituales y corporal,es, predicando, confesando, instruyendo en 1a doctrina evan– gélica a todos, grand-es y pequeños. Todo esto s-e atendía y considera– ba; pero lo que les pasmó, por cosa muy singular •e inusitada, y acaso jamás vista en aquel reino, fué la acción siguiente con la_cual sellaron y ,confirmaron el crédito de varones apostólicos que tenían, que 1 dando en pleno conocimiento de que 1 eran hombr,es que practicaban consigo mismos ,cuanto pr,edicaban a los otros para la reformación de sus cos– tumbi-es. 2.-Envióles, pues, el re:y un regalo magnífico y a la ver-dad die mu– cho valor para aquella tierra ; ése s•e componía ,de dif.er, entes animat.es vivos, como cerdos, cabras, gallinas, harina y cantidad de grano para hacer pan y demás a más hasta doscientos ducados de la mone<la usual del país, cincuenta para ,cada uno ,de los religiosos, y un recaudo muy cumplido. Para esta ocasión reservamos tratar ,de las monedas del Con go, <le_las. cuales trataremos ahora, como también de la mina d:e donde las sacan. Esa moneda con que todos comercian, son ciertos caracoli-

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