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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA había en el Cabildo hombres de letras. A lo cual le respondió el Pre– fecto diciendo : Que en otras mayor,es agudezas y más oportunas oca– siones esperaban aquellos Padres conocer su gran talento y aprender muchas cosas y, principalmente, de su virtud. Con eso quedaron admi– tidos del Cabildo y se despidieron -de los Capitulares con mucha paz y urbanidad. 7.-Pero, aunque nunca se prometieron contradicción alguna, y me– nos de ,esa especie y de semejante suj-eto, a quien por parte alguna le tocaba introducirse en materias de• Esta~:lo, con todo reconocieron que por aquella vía se les habían de ofrecer otras muchas en adelante. Lo cual ha sido de: suerte, hasta estos últimos tiempos, que han d'ado mucho que padecer los naturales de Portugal, que habitan en aquellas tierras, a los Capuchinos que las frecuentan para la conversión de las almas, sin más motivo que sus razones de Estado. 8.-Poco después del suceso referido lies sobr•evino a los Padres otra nueva y aun mayor borrasca por medio de un portugués residen– te en aque:lla corte, y fué c-on tal vehemencia su -empeño , que los eole– siásticos de Mazangano, donde estaban fortificados los portugueses, que se retiraron de Angola cuando ,entraron 1os holandes,es, negaron la obediencia al Capítulo, Sede vacante, del Congo , juntamente con el gobernador de aquella plaza, que ,domina algunas tierras de n,egros, y en lo ,espirituail siempre han sido súbditos del Obispo y del Capítulo , Sede vacante, dei1 Congo ; dando por motivo que éste había negado la obediencia al rey Don iJuan de Portugal y dá,dosela el rey de Casti– lla, supuesto que había admitido a los misioneros que fueron por or– den suya. Para ese efecto enviaron cierto embajador con instrucciones de lo que había de: ejecutar y, entre otros puntos, se le mandó que pidiese al rey que mandase luego salir de su reino a los misioneros Ca– puchinos, por ser vasallos del rey de Castilla. 9.-Llegaron a ,entender aquellos Padre:s lo que tan sin razón ni justicia se maquinaba contra ellos y en daño de Jas pobres almas de aquellas tierras. No quisieron, con todo eso, dar el menor s-entimiento de su agravio , sino dejarle a Dios su causa y dedicars,e a un total su– frimi,enito, rogando a Dios por los que les calumniaban, esmerándose en hacerles t0do ,el bien que podían, y aun con más amor y afabilidad que a Jos demás. Duró esa pretensión algunos días, y de esa sue:rte, volviendo gracias por agravios, granjearon la voluntad de todos los eclesiásticos y seglar-es y de los portugueses, y en tanto grado, que todos los socorrían según su posibilidad, y aun el embajador de Mazan-

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