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LA MISIÓN DEL CONGO 95 sentes ,de la corte. P,ero de los seglares cortesanos fueron muchos los que asistieron a '1a función. Habló •el Arc,ediano por todos y concluyó su racionamiento diciendo : que reparaba que no hubiésen ido al Con– go por la vía de Portugal y en que rel Breve de Su Santidad no iba refrendado ,del r-ey Don Juan de Portugal, ni de algún embajador o ministro suyo. Era este Arcediano portugués y muy apasionél!do por su nación y, aunque también lo era el canónigo anciano, con todo eso no s·e entrometía en materias de: Estado ni ,en !o que no le impor– taba. Por cuya causa ,era de todos bien visto y muy querido del Vica– rio y de los demás canónigos, todos los cuales son criollos y deseen- . <lían de Portugal o por parte de padre o por part,e de madre. Por esa causa, y por d reparo que hizo el Arcediano, juzgaron aquellos Pa– dres se les haría algún ma1 oficio que les impidiese la prosecución die su ministerio. Mas, satisfaciéndole con la vet"dad del hecho, cesó el inconveniente que recelaron, y obtuvieron el permiso que pidieron con mucho gusto suyo y de toda fa corte que llo dieseaba ver ya ief.ectuado. 5.~A1 primer punto d,e la objeción •del Arcediano satisfizo el Pre~ fecto, ,diciendo: Que la ,embarcación para aquel reino se le había ne– gado ,en Lisboa; después de diez meses que había estado en aquella ciudad solicitándo,la, Al segundo r,espondió que la Silla Apostólica aun no había conocido por r ey de Portugal al duque de Braganza. Al ter– cero -nespondió: Que ,el rey del Congo era absoluto y no sujeto a otro rey y con su beneplácito podían entrar •en ·su reino los cristianos cató– licos y cualesquiera persona sin pasaporte de otros príinci,pes. Y, últi~ mamentie, que, cuando no hubiese esas razones, bastaba el haber sido enviados por la Santa Sede' Apostólica y con -ciencia cierta de todo lo dicho, la cual •es sobre todos los :reyes cristianos y no -está obligada a subordinar las misiones de fos ministros ievangélicos a los reyes, si bien lo podía hacer graciosamente cuando quisies-e y juzgase convjen:ir. · 6.--Además que, pues la Sacra Congregación, con consulta de Su Sanüdad, 1os había enviado sin aquel rsequisito, antes bien mandado solicitar la embarcación por medio del Rey Católico Felipe IV, · no de– bía de ser necesario. Pero que, no obstante ;eso, si Su Majestad con– guesa y el Capítulo no los admitía en el Congo, pasarían sin repug– nancia a plantar su misión a otras tierras con 1a bendición de Dios, pues había muchos r,einos de g,entiile's a donde poder trabajar y ejer– citar su ministerio. En oyendo esto el Arcediano, cesó en las réplicas y quedó tan manso, que dijo : Que había propuesto aquella dificulta•d no por apasionado a Portugal, sino sólo para que se entendie•s,e que
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