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X MIS. CAPS, EN ÁFRICA. LA MISIÓN DEL CONGO que pudieran atJender a las necesidades espiritua1es de sus súb– ditos. Como luego veremoo por la relación del P. Anguiano, no obstante los buenos deseos del Papa y, asimismo, de los desti– nados en esa ocasión a la mi1sión mencionada, que ,lo fueron pre– cisamente doce capuchinos españoles, no pudo llevarse a cabo. Influyó en ello, en primer ,lugar, la muerte de Paulo V, acaiecida el 28 .de enero de 1621, y aunque su sucesor, Gregorio XV, abri– gaba los mismos proyectos de evangelización del Congo, luego vinieron a tierra con la muerte de cuantos soberanos estaban inte– resados en esa espirituail empresa. Felipe III fallecía, en efecto, el 31 de marzo de 1621 ; Alvaro III, rey del Congo, le seguía en mayo de 1622, y el propi10 Grego6o XV bajaba también al sepulcro un año después, el 8 de julio de 1623. En los siguientes años los reyes del Congo se suceden y se suplantan rápidamente. Por fin, Alvaro VI, elevado al tronú ha– cia primeros de 1637, se adelanta a enviar sus respetos al Papa y renueva ila súpliica de sus antecesores para que se le envíen «miisioneros celosos y desintleresa:dos». La idea es tomada en la corte romana con el mismo calor de antaño. Se designan los misioneros que habrían de ir ya a me– diados de 1640, pero primero por habeme levantado Portugal en armas contra Castilla, y ,l'lllego por otra:s varias dificultades. prác– ticamente 1a primera expedición de misioneros no se pudo llevar a cabo hasta los primeros meses de 1645. Esa expedición iba inte– grada por cinco Capuchios italianos y siete español'es. Eil 2 5 de mayo de I 645, fiesta de la Ascensión, llegaban al punto de des– tino. A esa expedición siguió otra, intJeg1 ada por cuatro italianos, que en marzo de 1646 llegaban ·a Loanda, capital del reino de Angola; pero los calvinistas holandeses, dueños entonces de Loanda, les hicieron volverse a Europa. Dos años máis tarde, gracias a las gestiones de Fr. Francisco de Pampfoina, que había regresado del Congo en el mismo navío que llevó la primera expedición de misionlero<s, pudo enviarse una tercera, compuesta de ocho italianos y seis españoles. Embarca– dos en Cádiz en octubr,e de I 64 7, llegaban felizmente a su destino el 6 de marzo de 1648. Fueron esos seis Capuchinos españo1es los últimos que mar– charon a la misión del Congo ; no porque fos españoles dejasen de sentir muy hondamente el idea,!' de las misiones, sino porque

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