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88 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 9.-Sentós-e <lespués y mandó al capellán le 1eyese el Breve y que se le explicase •en su lengua nativa, reservando la carta para leerla a solas más ,despacio. Leyó el secretario el Br,eve, que lo era el mismo capellán, y, al tiempo de volvérsele al Prefecto, eJ rey hizo las mismas ceremonias de besaril.e tres veoes y ponerlo sobre su cabeza, que hizo cuando lo r•ecibió. Luego pasó a significar en su lengua el sumo gozo que su a!lma sentía con el Breve y carta de Su Santidad, fo cual, dijo, es– timaba más que todos los tesoros del mundo. Hizo después a los Pa– dres varios ofrecimientos de su persona y reino, mostrando e-n todo un ánimo generoso y un rendimiento devotísimo a la Santa Sede Apos– tó~ica. Dió también las gra-cias al Prefecto por ,el favor que la Religión le había hecho en enviarle sus hijos, y con esto se despidieron, abra– zándoles el rey ,e.n la misma forma que los recibió al principio. De allí adelante tuvieron aquellos Padres otras muchas audiencias secretas, y en la siguiente a la pasada pr{:.'sentp el Prefecto al rey y a la reina diferentes cosas de devoción y, entre ellas, una carta de Hermandad de nuestro Padre General, por ja cual los hacía participantes de los frutos y bienes •espirituales de la Orden. Y para recibfr ésta, como también la Bendición Apostólica del Sumo Pontífice, se puso de rodi– llas. Estimó mucho las reliquias y cosas de devoción que se le presen– taron y las mandó poner en su capilla con toda decencia. 10.-En los días siguientes se fué informando de los Padres de cuanto necesitaba saber y no quiso permitir que persona alguna de excepción hablase con ellos hasta que se hubo satisfecho de todo. D.espués no hubo alguna que dejase ·de visitarlos y con demostracio– nes notables de urbanidad y agasajo. Dió después a los religiosos el rey la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, que él mismo había mandado fabricar poco antes, la cual, aunque sus paredes son de ti-e– rra, son buenas y fuertes y están blanqueadas por dentro y fuera. Ha– bíala consagrado a la Reina de los Angeles, ,en agradecimiento de las victorias que había conseguido antes y después de entrar a reinar, y, 11 por ser templo tan de su devoción, quiso donársele a los Padres para que sirviesen en él de capellanes a la Madre de Dios, y con tan sobe– rano principio echaron los cimientos al primer convrnto y custodia del Congo, que hasta hoy mantiene nuestra Seráfica Capucha. También les hizo acomodar una casa adyacente, con su huerta muy capaz, todo dentro de )a ciudad, con el ánimo de edificarles después allí convento de planta, luego que pasasen las lluvias, como lo hizo.

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