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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA se a la obediencia del rey, mayormente habiéndoles mostrado una car– ta suya, ·en que le convidaba con la paz, entre cuyas cláusulas decía: Que si iba a la Corte con el príncipe su hijo, en compañía de los Pa– dres Capuchinos del Seráfico Padre San Francisco, no dudase que le recibiría con benevolencia, llevando tale's padrinos. En medio de esta expresión no se fiaba el conde de tales promesas, y sus amigos y pa– rientes que tenía en Soño y en i1a corte le persuadíJan que no se fiase de tales palabras, pues a la corta o a la larga se había de vengar de él. Viéndole el Pr•efecto tan tenaz, ,después de varias réplicas, le habló con resolución y le dijo: Señor, a mí se me retarda el viaje de pasar a la corte para darle a1 r,e:y la embajada que traigo del Sumo Pontí– fice, y si prosigue V. E. en detenerme, •Sepa que incurrirá en las ex– comuniones que hay puestas por los Pontífices contra los que impi– den maliciosamente a los misioneros apostólicos el libre ejercicio de su ministerio. Apenas oyó •esto, cuando al instante se rindió protes– tando que él e'ra hijo obediente de la Santa Sede Apostólica y que en obsequio suyo quería sacrificarlo todo; que si hasta entonces los había detenido, entr,eteniendo su partida, era por la pena que sentía de ca1°e– cer ,de su amable' compañía, y que, en el punto d~ la paz, él la des,eaba mucho y entregaría ,el príncipe al rey con tal que Su Majestad cum– pliese dos condiciones: la una, que no le obligase a salir de su estado, y la otra, que no le hicies·e' la guerra. 3.-El Prefedo le aseguró trataría ese negocio con toda eficacia y le dijo confiaba en Dios que se habían de allanar todas las dificulta– des presentes. Con •e'sa promesa, que no salió vana, aunque se retardó algn tiempo, pasó el conde a darle al Prefecto gente práctica que le acompañase a la corte, sin 1a cual era cosa imposible hacer el viaje. Determinó salir el ,día de Nuestra Señora d-é agosto y llevar consigo a los Padres Fr. Buenaventura de Cerdeña y Fr. Juan Francisco de Roma y a Fr. Jerónimo de La Puebla. Los demás se quedaron en Soño, continuando su convalecencia, para pros·eguir después sus misiones por todo el condado. Dispuesto ya ,el viaje, llegó noticia de que venía de fa cort,e un sacerdote úOn cartas del r•ey y del Cabildo de la catedral para el Prefecto y sus compañeros, a cuya causa fué preciso suspender el viaje y esperarle, por hallarse ya cerca de Soño. Llegó el sacerdote el día siguiente y •entregó al Pr-efecto las cartas que venían llenas de favores y honras, manifestando los grandes deseos que to-dos t,enían de verlos en San Salvador. Respondió el Prefecto a las cartas con la debida urbanidad y agradecimiento, participándoles cómo inmediata– mente se ponía en camino con algunos ,de sus compañeros. Despidióse
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