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MISIONES CAi'UCHJ:NAS EN ÁFRICA otros oficiales inferiores, y en llegando a dar vista al enemigo en campo raso, s·e hace señal de acometer con los tambores y cornetas que llevan. Los escuadrones se embisten por su orden y, con flechas que se tiran, caen a tierra los más <le una y otra parte. Después pelean espada en mano y con los chuws y lanzas, y con tal ímpetu y confusión, que en menos de una hora se llena el campo de muertos y se acaba la batalla. Si alguna parte desmaya o si vuelve las espaldas algún escuadrón, e·! resto del ejército hace lo mismo, y entonces, llenos de confusión, si– guen los contrarios a:l alcance y hacen gran destrozo en los fugitivos, porque éstos no saben rehaJcerse jamás. Los que salen con vida, huyen a sus casas velozmente, y con eso se acabó la guerra. 6.-A causa de ·estar en el Congo tan distantes las poblaciones unas de otras y no haber ventas en los caminos, padecen los caminantes suma prnalidad y muchos riesgos d,e la vida. Por lo cual necesitan llevar pro– visión de un lugar a otro ; y para recogerse de noche, si no hay po– blación, hac,e,n en ,e:l mismo camino una choza de ramos y fajina, don– de se albergan. Casi los más hacen esas provisiones robando y quita11- do cuanto pueden a los pobres vecinos d,e.• los lugares pequeños ; y es tal el desorden, que llegan a ellos ya el maní, ya el fidalgo, cargados de esclavos, y dos que sean, quieren que lns paisanos les de.'11 de comer a todo pasto de batde. Cierto es quie se ,lo darían, y de buena gana, y aun a toda la comitiva; pero los criados y esclavos son tan insolentes , . que: sin esperar a que les den lo que les piden, se arrojan a robar cuanto hallan, dentro y fuera ·de las ca.sas, como quien ·entra a saco en tiempo de guerra. Y como ven que los amos no los reprenden ni castigan, ni los pacientes se atreven a resistirles, por ser ·esclavos de personas tan nobles, sólo r,eme.·dian su daño con ponerse a llorar y a dar g·ritos las– timosos. 7.-Esta mala costumbre es causa de muchos daños, y en gran parte de la destrucción de aquel reino, porque aquellos pueblos no se aumen– tan de vecinos, antes se aniquilan, y los que que,dan, t·emiendo ser ro– bados, dejan de s·embra1· con abundancia y de criar aves y ganados de cerda y otros, apeteciendo antes padecer necesidad que trabajar para que otros se lo coman y lo hurten. A más de esos daño•s, resulta otro no menor, y es que por esa causa desamparan sus casas y s·e van a vivh, a los montes y espesuras, donde no tienen doctrina ni Sacrament,os ni ellos ni sus hijos; pero ni aun con eso están seguros de tan fr.e.:cuent,es latrocinios. De todo lo cual resuita estar los caminos desamparados y no hallar los misioneros en ellos abrig-,o alguno ni qué comer . Mucho
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