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58 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA su compama, lo cual hizo con mucha generosidad, disponiéndolo Dios así para que con más brevedad pudiesen ser socorridos los , del Congo, .,como lo fueron. El navío de Falconi, según se supo después, encalló y al fin le vinieron a robar otros dos pasaj,eros, a quienes pidió socp– rro , y padecieron varios trabajos, pero se los remuneró Dios después y volvió a mejorar de fortuna, a más del premio que consiguió para la vida eterna, por la gran caridad que usó siempre con los nuestros. 7.-Apenas salió deJ puerto de Pinda el sobredicho bajel, · cuando a los que quedaron en Pinda les empezó a ejecutar el clima, como sue– le a cuantos llegan de Europa, a que ayudó no poco el excesivo tra– bajo de cada día. Ya desde aquí se mudaron las adversidades pasadas en otras muy diferentes y no menos molestas, porque.' empezaron a sen– tir varias complicaciones de humores, flaque za y dolores agudos, de calidad que brev,emen:te enfermaron todos grav,emenre, excepto los Pa– dres Fr. José ele Antequera y Fr. Angel de Valencia. Estos dos, por no omit ir la solemnidad de! Corpus ni dejar a}guna demostración en re– verencia del augustísimo Sacramento, y para consuelo y edificación de aquellos puebllos, pasaron la víspera desde Pinda a Soño, llevando con– sigo la custodia, el dosel y ornamentos necesarios para la función, y todo sobre su•s hombros . Después acomodaron el altar en la iglesia de San Antonio de Padua, supliendo, en lugar de colgaduras, ramos y palmas que mandaron traer, así para la iglesia como para adornar las calles. Al día siguiente cantaron la Misa y se hizo la procesión solemne, acompañando al Santísimo el conde y los fidalgos con velas encendidas, y todos ataviados con sus mejores galas. La gente común hizo su cuerpo aparte, formando lucidas soldadescas y bien ordenados escua– drones, con varie•dad de banderas y de armas. Estos seguían la Cruz, disparando los mosquetes de cuando en cuando, y, empezando el verso Tantutn ergo, hacían sus salvas reales con toda la mosquetería de que tiene el conde bum número y se los han llevado allá las nacione•s del norte . Entre unos y otros iban con el mismo orden diferentes danzas y variedad de instrumentos músicos y de guerra. El uno de los Padres llevaba la Custodia, y f.'} otro el incensario, y ambos cantaban los him– nos , diciendo cada uno su verso. 8.-De esta suerte y con grande orden y concierto, y aun mejor que en Europa, pasaron por las calles principales con suma devoción y reverencia. Estuvo su Majestad descubierto hasta la tarde, reveren– ciado d.e todos, y fué a la verdad un día 'el más festivo y de mayor gozo que jamás habían visto aquellas gentes, y Jes sirvió mucho para

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