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LA MISIÓN DEL CONGO 57 raba a muchos de llegar a r·ecibir tan necesario Sacramento para la sal– vación, porque ,el sac,erdote no quería administrarle, si el adulto o los padr,es de los párvulos no le contribuían con una gallina y tanta mone-~ da del país cuanta correspondía a un: real de por acá, que son unos ca– raoolillos pequeños. Con que, viendo entonces aquella gente que los religiosos bautizaban solemnemente y sin int,erés alguno, aunque le ofrecían de buena gana, quedaban sumamente edificados y en toda,s par– tes eran aclama:dos por su p1edad y misericordia, y todos los amaban con notable- cariño. 5.-En esos santos ej,erc1c1os de predicar y bautizar, confesar y ad– ministrar los demá,s Sacramentos, visitar los enfermos, componer dis– cordias y ent,errar los muertos, se ocupa1;on los misioneros algunos días en la Jibata de Pinda y en la banza de Soño, pasando cada dí•a dos le– guas ,de un arenal muy trabajoso para ,ellos, por lo ardiente del sol. que allí hiere perpendicularmente y deja abrasando la arena; a cuya causa andaban sin sandalias para poder caminar. A e.•stos trabajos se añadían otros de hambr,e, sed y mal dormir, porque el mantenimiento del país era corto y de poca sustancia; la bebida ,era agua del rúo y ésa calien– te por la actividad del sol y de más a más salobre. No quisieron aque– llos seráficos obreros y observantísimos Frailes M·enores, que se des– embarcase del navío sustento alguno de Europa para entrar apostóli– cammte predicando en aquel reino, fiados únicamente en la Providen– cia divina y en la pieda,d de los fieles. 6.-Pero con ser tan excesivos los trabajos cotidianos en ambas po– blaciones, todo se les hacía gustoso a vista del fruto que ,experimetlta– ban en las almas. Considerando esto el Prdecto y que era mucha la mies y pocos Uos operarios, y sabiendo que, sino ,e'!1 San Salvador que es la corte, que había algunos sac•erdotes, lo restante del reino car,ecía ele ellos ; y allegándose a eso el que otrns reinos 'vecino.s de gentiles deseaban r,ecibir nuestra santa fe, acordaron que volviesen a Europa en el mismo navío el P. Fr. Miguel de Sessa y Fr. Francisco de Pam– plona para solicitar en Roma mayor número de rdigiosos, informando a Su Santi-dad y a la Sacra Congregación de todo, oomo lo hicieron, y sucedió lo que adelante veremos. Con e•sta resolución dispuso el capi– tá:n su vuelta a Europa, habiéndose detenido aun quinóe días e:n el puer– to. Para él y su gente fué de sumo consuélo el trae!' en su compañia a los dos religiosos. Hiciéronse a la vela y a la mitad del viaj,e encon– trarofr un navío grande inglés, y Fr. Francisco rogó al capitán de él que, supuesto iba en derechura de Inglaterra, se sirviese de tra 1 erlos en
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