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P. JosÉ ANTONIO DE DONOSTIA Si el árbol sana del corte, curará el niño. En Sara (Laburdi) han de ser cuatro, de nombre Juan Bautista, y reu- nirse en derredor de determinado roble -parece que en Sara hay dos espe- ciales. La fórmula para pasar el niño de mano en mano es la siguiente: Nik dut, nik dut, «lo tengo», «lo tengo*. No vayáis a creer que esta superstición sea exclusiva del País Vasco. Hablan de ella autores portugueses, franceses, rusos,' etc. Pero en ninguna de las variantes he hallado la condición indis- pensable exigida en Elgorriaga (Navarra). En este pueblo, la víspera de San Juan se practica en un roble joven una hendidura, en la que se introduce una cuña. para que se mantenga abierto de parte a parte. En dando las doce campanadas de medianoche, tres hermanos seguidos pasan el niño tres veces a través de la hendidura, diciendo: To; Juan; To, Joxe; To, Pranxisko. Toma, Juan; Toma, José; Toma, Francisco. Condición indispensable: que la operación se haga mientras suenan las doce campanadas; de 10 contrario, no hay curación. Se cierra después el ár- bol, tapándolo a la manera usada en los injertos. Si el árbol sana, curará el niño. He aquí una serie de recetas sencillas y económicas, con que remediar multitud de males frecuentes: ¿Tenéis verrugas? Os basta tomar en la mano tantas piedrecillas como verrugas tengáis y con aquéllas frotar los tales lunares. Envueltas luego las piedrecillas en un papel, las dejáis en una encrucijada. Quien las recoja, se quedará con vuestras verrugas. Os parece demasiado sencillo el procedimiento y deseáis que vuestra curación se revista de un poco de poesía: decid nueve veces de un aliento y mirando al arco iris: Ortzadarrak tlda edaten: El arco iris bebe el agua: nere karitxak otuin yuaten ahora se van mis verrugas. O bien tomad tantas hojas de higuera como verrugas tenga el paciente. Escondedlas, sin que éste se dé cuenta de ello; y, según vayan secándose, las verrugas caerán de por sí. ¿Que no obtenéis resultado? Contad las estrellas del cielo, en gran número; y cuando de fatiga no podáis seguir contando, de- cid: Yinkoak kontala, «las que puede contar Dios». Procedimiento curioso asimismo y sencillo el de poner una corteza de tocino en la hendidura de una tapia. Se le da vuelta de noche durante nueve viernes seguidos. La mujer

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