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a los particulares organizar guerras para hacerse con esclavos. En cuanto al sistema de encomiendas, el rey mandó que se estable– ciera "por vía de paz e de concierto". Con todo, se podrá hacer guerra a los indios rebeldes, previo el célebre -e inútil- "requeri– miento". Los que aceptaren el poderío español podrán optar por el sistema de la encomienda o por el pago mensual de un impuesto en oro. Los que no, serán hechos esclavos. El historiador Pablo Alvarez Rubiano, biógrafo de Pedrarias, al hablar de la política indigenista programada por la Corona para Da– rién, dice que, desgraciadamente, los intereses enconados que, tan– to en la Corte como entre los conquistadores y encomenderos, gi– raban en torno a las encomiendas y servicios personales de los in– dios, hicieron que no se resolviera de modo paladino una cuestión tan importante para el futuro de Castilla del Oro como era todo lo relacionado con los derechos de los nativos. Esta falla y el haber dejado un portillo abierto a las "entradas" o guerras de conquista fueron los principales factores que llevaron al fracaso a la gestión de Pedrarias Dávila, sin contar los graves defectos de éste como go– bernante. A Pedrarias le fue concedido un salario de trescientos sesenta y seis mil maravedíes y se le dio licencia para usar ropa de brocado y seda. "Habéis de traer vuestra persona -le escribía el rey- adres– zada para representar el cargo que lleváis", y para que los indios "conozcan cómo las cosas que Nos mandamos hacer representan más cerimonia y manera que las suyas dellos". El nuevo gobernador no podrá actuar arbitrariamente: debe contar con el parecer de una Junta de gobierno. Esta se compone de un tesorero, un factor, un contador y el señor obispo. Todo asunto tratado por el gobernador y su consejo constará en un libro de actas. Habrá asimismo un arcón para archivar cédulas reales y despachos. En los primeros cuatro años, los pleitos se resolverán "por albedrío de buen varón", oídas las partes, sin necesidad de in– trigantes abogados. El gobernador no podrá interceptar ni censurar informes o cartas que sus subalternos quieran enviar a la Corte. En el proyecto colonizador de Darién ideado por el rey católi– co, el aspecto político y el eclesiástico van a una. Juntamente con el gobernador se nombró al obispo. El nombramiento recayó en fray Juan de Quevedo, superior de la provincia franciscana de Andalu– cía y predicador de la capilla real. Se le asignaron dos mil pesos de oro, además de ornamentos y vestidos episcopales. La catedral de Santa María la Antigua -a construirse- contará con su deán, ar– cediano, chantre, maestrescuela, arcipreste, canónigos y sacristanes. Todos a sueldo de la Corona. No satisfecho con estos favores, Que– vedo, en julio de 1513, pide al Papa que, una vez en posesión de su 87
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