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5. Darién: a gran salto, gran quebranto El afán de explorar y conquistar nuevas tierras provocado en Europa por el descubrimiento de América fue de tal magnitud, que sólo por muy contados años pudo ser contenido en el enclave ca– ribeño. La poderosa onda expansiva que comenzó a fluir a través del Atlántico convirtió muy pronto las islas antillanas en meras ram– pas de lanzamiento para la conquista de las tierras continentales, llamadas entonces Tierra Firme. Rodrigo de Bastidas, escribano andaluz, abandona su tranquila profesión, se junta con el cartógrafo Juan de la Cosa y en el 1500 se lanza a descubrir las costas de Colombia y Panamá. Alonso de Ojeda, hijo de familia noble, quien, ya en 1499, organizara la prime– ra expedición a las tierras de la América del Sur, parte de la isla de Santo Domingo en 1509 y explora el norte de Colombia. En noviembre del mismo año 1509, Diego de Nicuesa sale -también de Santo Domingo- al frente de cinco naos, dos bergantines y seis– cientos hombres y, tras mil desastradas aventuras, levanta a par del golfo de Urabá un fuerte al que llama Nombre de Dios. Es el año 1510. No lejos de este fuerte -a orillas del río Atrato-, el bachiller Martín de Enciso erige, también en 1510, el poblado de Santa María la Antigua de Darién. A poco de fundada, la pequeña villa de Darién se convierte en escenario de intrigas y en punto de arranque de nuevos descubri– mientos. Nicuesa y Enciso van a la cárcel, mientras el triunfante Vas– co Núñez de Balboa, después de haberse constituido en alcalde de la villa y en gobernador de Darién, atraviesa el istmo de Panamá al frente de ciento noventa españoles y de ochocientos diez indios y, el día 29 de septiembre de 1513, descubre y toma posesión del Mar del Sur. Bajo el gobierno del brillante descubridor del Pacífico, Santa María la Antigua gozó de cierta estabilidad y de un discreto esplen– dor. Pero pronto se oscurecería su horizonte. Mientras Balboa pre– paraba su expedición descubridora, el rey Fernando el católico ha– bía nombrado a Pedrarias Dávila gobernador y capitán general de Darién. Amuy altas y muy doradas glorias soñaba llevar el rey a Da– rién, tan doradas que le puso el nombre de Castilla de Oro. Con el envío del nuevo gobernador, el soberano de España quería llevar a cabo en Darién su más ambicioso ensayo de colonización sistemá- 85
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