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Orocovis y Jayuya. Ya antes, en el año 1512, los capitanes Juan de Cerón, Hernando de la Torre, Gonzalo de Cervera, Alonso de Saa– vedra, Juan Gil, Luís de Añasco y Gil Calderón habían hecho sus ensayos de cacería humana en los cacicazgos de Humacao, Oroco– vís, Guayama y Agüeybaná. La agricultura y la minería pedían mano de obra. A los espa– ñoles emigrados a las Indias -"el más vil de los cuales creíase veni– do de los godos", como diría más tarde el cronista versificador Juan de Castellanos hablando de la gente de Puerto Rico- no se les vino a las mientes otra solución que la de explotar a los indios. Miguel Díaz, por ejemplo, Factor de la Real Hacienda y poblador de la vi– lla de San Germán, consiguió del Rey el privilegio de poder servir– se en sus negocios de doscientos indios encomendados. Juan Ponce de León disponía, a su vez, de ciento cincuenta indios en enco– mienda y de cincuenta naborías para sus fincas, catas de oro y porquerizas. Esclavos en pública subasta En el año 1515, durante el gobierno del licenciado Sancho Ve– lázquez -quien se apoderó del poder mediante un golpe de Esta– do- se hizo en Puerto Rico un nuevo repartimiento general de in– dios. Fray Bartolomé de Las Casas alzó la voz en protesta "porque están allí (en Puerto Rico) unos disipadores y destruídores de in– dios, sin ninguna conciencia ni virtud ni temor de Dios". Era de es– perar la protesta de Las Casas, pero, al parecer, a tal grado habían llegado los males, que hasta el mismo rey Fernando los reconoció en carta al Tesorero Real de la isla, Andrés de Haro: "En lo que decís que el daño que en esa isla ha habido y el mal tratamiento de los indios y que esto ha sido causa de se alzar, porque no ha habi– do quien dello tenga cuidado"... Por fin, la guerra que Juan Ponce de León organizó contra los caribes como un intento por sofocar las peligrosas incursiones de aquéllos "comedores de carne humana" -así les llama el cronista Mártir de Anglería-, se convirtió para algunos capitanes como Juan Gil, Antón Cansinos y Bono de Quejo en ocasión de un lu– crativo mercadeo de esclavos. Una de las relaciones de la subasta de prisioneros hecha a raíz de la guerra contra los caribes comienza así: "Relación de los esclavos que se vendieron en pública almone– da, que truxeron en el armada de Su Alteza que está a cargo del adelantado Johan Ponce de León, que vinieron de las islas de los caribes en el navío del que es maestre Juan de Elorriaga, en que vino Iñigo de Zúñiga, los cuales se vendieron en presencia 65
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