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podido rehacer una olla, de notable calidad en diseño y factura, cu– ya forma es hispana, pero cuyas asas están adornadas con motivos antropomorfos taínos. Los franciscanos de La Vega fueron, pues, no solamente tes– tigos, sino también agentes de los primeros experimentos de incul– turación en América. Ellos fueron quienes más de cerca comproba– ron que los indios eran "xente sotil", es decir, alumnos de pronto y agudo ingenio, como escribiría en 1515 el obispo vegano, don Pe– dro Suárez de Deza. Esta labor civilizadora fue realizada por los moradores del con– vento vegano "con piedad", es decir, con bondad y delicadeza. Así califica Bartolomé de Las Casas el trato que los franciscanos daban a los indios en sus residencias. A esta paternal dulzura hay que añadir el ambiente de ejemplar sencillez y pobreza que reinaba en el convento de La Vega. En efecto, la calidad de los utensilios ha– llados en sus ruinas demuestra que sus moradores llevaban vida austera y pobre. La mayor parte de las muestras encontradas corres– ponde a vajilla de diseño ordinario, decorada simplemente a base de pinceladas de un tono oscuro sobre fondos melados. Se han po– dido recomponer algunas escudillas y utensilios de cocina y farma– cia de colores más vivos, con diseños geométricos en blanco sobre fondo rojo o con decoraciones incisas esgrafiadas en blanco, así co– mo platos policromados con diseños vegetales en azul, verde, mela– do y manganeso; pero, en general, la vajilla utilizada en el conven– to era de tipo ordinario. (Entre las piezas recuperadas se destaca una vasija que, en su fondo blanco, lleva pintado el escudo de la Orden en azul y manganeso). Las fuentes escritas confirman las deducciones que, en cuanto al género de vida de los frailes, se pueden hacer a partir de la ce– rámica. Pobre debió de ser también, en efecto, su alimentación si nos atenemos a los informes de Bartolomé de Las Casas, quien ase– gura que un vecino de Concepción de La Vega, rico encomendero que explotaba minas de oro y fincas, era quien alimentaba a los frailes con "pan cazabe y ajes, que son otras raíces, y carne de puer– co, que era todo laceria". ¿ Contra indios y dominicos? El gobernador Ovando "pacificó" rápidamente la isla. No dudó en echar mano de ciertos métodos muy drásticos y, al parecer, muy eficaces entonces y ahora. En Jaragua, por ejemplo, hizo quemar y ahorcar a ochenta y cuatro caciques, señores de vasallos, y con ellos a Anacaona, "la mayor señora de la Isla". Así lo confesó en 42

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