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los restos de cerámica hallados entre sus ruinas, arrojan una débil luz sobre la actividad cultural ejercida por los frailes dentro del mis– mo monasterio. En primer lugar, es tal la cantidad de piezas de alfarería y cerá– mica sacadas de las ruinas del convento -almacenadas todavía en las dependencias de la inmensa casa del adelantado Rodrigo de Bastidas, en la capital dominicana-, que induce a creer que la vida de la comunidad, a pesar de que ésta nunca fue numerosa, tuvo que ser intensa. Semejante actividad interior del monasterio se explica si se tiene en cuenta que, al igual que los demás conventos fran– ciscanos de la Isla, el de La Vega fue un centro educativo de jóve– nes indígenas, algo así como un internado de estudiantes nativos. Además, vivían en el monasterio algunos indios en calidad de ser– vidores o naborías. Durante el repartimiento general del año 1514, efectuado precisamente en Concepción de La Vega, "al monasterio del Señor San Francisco desta dicha ciudad se le encomendó pa– ra servicio del dicho monasterio seis naborías, que fueron registra– dos por el dicho monasterio". Así hace constar la relación del re– partimiento. A los jóvenes internados se les impartía enseñanza escolar y re– ligiosa. Indicios de esta actividad intelectual son los numerosos broches y cantoneras de libros, bellamente esmaltados, que se han encontrado entre las ruinas del convento. Se desconocen los nombres de los hijos de caciques educados por los franciscanos de La Vega, pero los que enumera un informe de 1517, escrito por el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, están probablemente relacionados con la actividad educadora desplegada por el monasterio vegano. Dicho informe habla del "cacique Manasao, en la Vega, que tuvo su asiento en lo mejor de las minas del Cibao y era el que más sabía de los caciques de aquella tierra; y el cacique Dotor, en Santiago, que por saber más que los otros le llamaron así para cacique; don Francisco, en Bonao, al cual doctrinaron e enseñaron mucho tiempo los flai– res de San Francisco y después el dicho Comendador mayor tu– vo en su casa tratado de manera que al parecer bastaba para regir la media Isla, y en esta ciudad a Diego Colón y a Alonso Cáceres. Aunque no eran caciques, fueron siempre criados co:i los españoles y grandes intérpretes de la lengua y, al parecer, muy inclinados a vivir como cristianos". A los alumnos nativos se les iniciaba no sólo en las artes li– berales, sino también en las que entonces se llamaban mecánicas, entre ellas la alfarería. Se han encontrado pruebas de la existen– cia de un taller de alfarería en el mismo monasterio de La Vega, así como exponentes de un interesante proceso de transculturación. Entre las vasijas halladas en las dependencias del convento se ha 41

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