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Breve, compendioso y dotado de cierto aire de universalismo in– diano, el Ritual de Oré tiene la ventaja de añadir a las oraciones y fórmulas de los sacramentos, explicaciones sucintas y claras de los mismos, así como una síntesis de la doctrina cristiana y un formu– lario de examen de conciencia para la confesión. Todo ello adap– tado a la capacidad e idiosincracia del indio sud-americano. Terminada su estadía en Italia, donde, además del Rituale, pu– blicó un Tratado sobre las indulgencias, fray Luis Jerónimo va a Es– paña. Allíemprende una serie de actividades de la más diversa ín– dole, aunque todas ellas orientadas a su común objetivo: la América indígena. Entrevista en Córdoba al Inca Garcilaso de la Vega. En– vía desde Cádiz una barcada de veinticuatro franciscanos a las mi– siones de la Florida. Realiza una encuesta sobre las huellas y re– cuerdos dejados en Andalucía por el gran apóstol de América, san Francisco Solano. Viaja a la Florida como cronista y comisario. De regreso a España, es consagrado obispo de La Imperial -Concep– ción de Chile. Oré se entrevistó con su compatriota Garcilaso a principios de 1512, Hijo del capitán español García Lasso de la Vega y de la prin– cesa inca Isabel Chimpu Ocllo, prima de Atahuallpa, Garcilaso se sentía orgulloso de su condición de mestizo. "Aunque en Indias si a uno de ellos le dicen sois un mestizo o es un mestizo, lo toman por menosprecio, ... por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y me honro con él". Cuando todavía Oré jugaba con los muchachos de Huamanga, en 1561, Garcilaso se había marchado a España, donde trocó las armas por la pluma. Traductor de Los Diálogos de Amor de León Hebreo y autor de La Florida, trabajaba en la segunda parte de sus Comentarios Reales cuando le visitó Oré. Clérigo retirado, vivía en Córdoba desde 1589 con cierto decoro: servido por seis criados y en una casa amueblada con escritorios de nogal y adornada con vaji– lla de plata y viejos arcabuces bruñidos. Oré manifestó al escritor el motivo de su paso por Córdoba. Iba de Madrid a Cádiz para embarcar a veinticuatro misioneros para la Florida y no había querido seguir adelante sin visitar a tan ilustre compaisano. La entrevista fue cordial. En cuanto a las Indias, los dos peruanos coincidían en las mismas ideas, en las mismas actitu– des mentales. Ambos habían estudiado con entrañable simpatía el pasado incaico; ambos justificaban la conquista como medio provi– dencial para la implantación· del Evangelio; ambos creían que el futuro de América -o de "Colonia", como prefería llamarla Oré en reconocimiento a Colón-debía asentarse en la cultura cristiana, pe– ro sin negar los valores autóctonos. En sus Comentarios, Garcilaso 381

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