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Perú: doctrinero y escritor En vez de reducir su vida al estudio y la enseñanza, el padre Oré prefirió orientarla a las misiones y la predicación. El cronista Córdoba Salinas le llamó "Angel del ministerio". Doctrinero en Con– cepción de Yanqui y Santiago de Coporaque, misionaba "a pie y descalzo" y con una cruz en las manos, según el citado cronista. El obispo Hernando de Trejo le atribúyó numerosas conversiones de indios adultos entre los collaguas. Siendo predicador y guardián del convento de Potosí, se consa– gró a evangelizar "a los naturale·s que concurren en aquel asiento y minas". _En Cuzco, predicó en las doctrinas de Guallamba, Urcos y Urquillos, atendidas por los franciscanos después de 1570. Tam– bién ejerció su apostolado en Jauja, de cuyo convento fue guardián. En el valle de Jauja había diez doctrinas franciscanas en 1583, con cerca de veintidós mil feligreses indígenas. Elegido Superior Provin– cial de la Provincia de los Doce Apóstoles del Perú, tuvo la oportu– nidad de recorrer las cincuenta y nueve doctrinas o parroquias de indios asignadas a los franciscanos en el último cuarto de siglo a lo ancho y largo del territorio, desde Camajarca hasta Arequipa, desde Cuzco hasta Chancay, con un total de ciento dieciocho mil ocho– cientos treinta y tres indios. A través de este contacto amplio y directo con el indígena, Luis Jerónimo de Oré se percató del verdadero estado en que se hallaba la evangelización del Perú; de sus más urgentes necesidades y más graves deficiencias. El indio, vejado y oprimido a partir de la con– quista, se resistía a aceptar la nueva religión y el nuevo orden social que se le quería imponer. La evangelización, limitada por la esca– sez del clero -éste, a su vez, desconocía el idioma de los nativos y no contaba con textos catequéticos y litúrgicos apropiados- no había colmado el vacío cultural en el que el indio agonizaba. Ante estas dolorosas realidades, Oré -"de condición apacible, blando en corregir, fácil en perdonar" según Córdoba Salinas- no se lanzó a fulminar condenas ni denuncias, sino a aportar, con sen– tido constructivo y práctico, los medios necesarios para remediar tan graves males: textos de catequesis y liturgia en idiomas indíge– nas, gramáticas yvocabularios, libros de sermones y de glosas en que– chua y aimará, sacramentales y catecismos apropiados para los doc– trineros, y sencillos poemas cantables sobre los misterios de la fe cristiana. De las denuncias se encargaron otros: sus hermanos de hábito Antonio de Zúñiga, Francisco de Vitoria, Francisco Morales; los cronistas indígenas Guamán Poma de Ayala, Titu Cusi Yupanqui y Santa Cruz Pachacuti (Guamán Poma, sobre todo, contemporáneo 375

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