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nar abundantemente con los peces que cogió en el río Hondo a una docena de españoles y a algunos indios que le acompañaban. El se contentó con una mazorca de maíz. Su comida -escribe Cór– doba Salinas- era "de algunas hierbas y cosas de poca sustancia". La santidad de Solano florece en ingenuas y luminosas esce– nas, dignas de la vida de san Francisco de Asís. Mientras va de ca– mino hacia las rancherías de Socotonio, danza y canta embriagado por el amor divino y por el radiante esplendor del cielo del Tucumán. En Magdalena de Cocosori convoca a las aves del campo desmi– gaJándoles un trozo de pan. Olvidando -en buena hora- la digni– dad que le da su oficio de Custodio, rompe a cantar coplas a la vir– gen en medio de una procesión. En La Rioja, divierte a un cléri– go tocando una flauta o chirimía, mientras lleva el compás con el cuerpo. Puesto en íntima sintonía con el corazón del Creador, el santo tiene abierto el acceso a los ocultos resortes de las creaturas. En esta misteriosa dimensión está, quizás, la clave y el sentido de los prodigios o hechos extraordinarios que, según las fidedignas decla– . civDA1> Panorámica de Lima, la "Ciudad de los Reyes", donde san Francisco So– lano pasó la mayor parte de sus años de América. Grabado entresacado de las ilustraciones del libro Nueva Crónica y Buen Gobierno del cronis– ta indígena Felipe Guamán Poma de Ayala, contemporáneo del santo. raciones de numerosos testigos, se dan en la vida de san Fran– cisco Solano. Hace brotar una fuente de agua en Esteco y otra de gran caudal -"como de dos cuerpos de buey"- en La Rioja. En Esteco amansa un toro cima– rrón, y de lidia en San Miguel. A su reclamo, una plaga de langos– tas levanta vuelo sin dañar las mieses. Lee la conciencia y el fu– turo de los hombres. Solano realiza estos hechos con sana naturalidad, incluso con su toque de buen humor. Del toro de San Miguel dice: "Me miró con malos ojos, que los tenía encarnizados". No des– truye -no "excomulga"-laslan– gostas porque son criaturas de Dios, el plato favorito de san Juan Bautista y el postre de los indios chiriguanos... 363

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