BCCCAP00000000000000000000764

que han soñado muchos ingenuos indigenistas. Su peor plaga era la guerra tribal. Los guaraníes, por ejemplo, andaban siempre a la gre– ña con los agaces y los guaicurúes; los guayaná, "con todas las de– más naciones", según Staden; y los charrúas se distinguían por su ferocidad. A pesar de todo, las comunidades indias del Río de la Plata y sus grandes afluentes se mantenían en un relativo equilibrio. Con– servaban sus propias instituciones, su peculiar identidad cultural. Hasta que llegó el invasor europeo. Con la conquista, el violento choque de dos culturas y el enfrentamiento de las armas desorga– nizaron la vida de las tribus y provocaron la formación de una nue– va y desigual sociedad. Cara y cruz de la conquista Juan Díaz de Solís guerrea en 1515 con los pobladores de las orillas del Plata. El portugués Alejo García logra remontar el Pa– raná en 1524. Cuatro años después, en 1528, el italiano Sebastián Caboto recorre el río Paraguay. Los nativos reciben amistosamente a todos estos intrusos, pero al final los combaten. Solís y García mueren a manos de los guaraníes. Uno de los fines que Bolaños persigue con sus Reducciones es la súpera– ción de la violencia armada. Este grabado, entresacado de la obra Viaje al río de la Plata de Ulrich Schmidl, editada en 1599, ilustra la batalla de Lambaré. 339

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz