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que dirigiera desde Tunja al Emperador en el año 1551, le había pedido que ninguno de ellos se entrometiera "ni poco ni mucho" en el apostolado que los religiosos llevaban a cabo con los nativos. El elenco de crímenes e injusticias que les atribuye en su carta del 20 de agosto de 1550 es impresionante: mutilaciones en hombres y mujeres, torturas, ahorcamientos. La lucha desatada entre encomenderos y frailes no nacía sola– mente de las denuncias de éstos contra aquéllos, sino también de la contrapuesta actitud de unos y otros frente a los nativos. Mientras los primeros querían mantenerlos desorganizados para, así, tenién– dolos a su exclusiva merced, poder explotarlos más fácilmente, los frailes querían dotarlos de autonomía en lo social y laboral, de modo que, reunidos en pueblos, pudieran valerse por sí mismos. Por el solo hecho de instruir y admitir a la Eucaristía a los indígenas, los encomenderos "ladran contra nosotros". Se trataba de un grupo social dominado por un egoísmo estre– cho y materialista, pero que actuaba al amparo de los oidores Ga– larza y Góngora. En lucha abierta con la Primera Audiencia de Bogotá La lucha a favor de la verdad y de la justicia en la que estaba empeñado Jerónimo de San Miguel no era tan sólo con unos am– biciosos terratenientes, la mayoría de los cuales eran gente sin cul– tura, sino con la misma autoridad constituida: la Audiencia de Bogo– tá. Frente a los oidores, su único recurso era el Rey. Por eso le es– cribe una y otra vez. Recién llegado a Colombia, le advierte fray Jerónimo: "Yo y mis frailes en los púlpitos no dexamos de hacer lo que a nuestro oficio toca, e decir e reprender los agravios que a los indios hacen, e como la verdad es odiosa e nunca ellos (los oido– res) han sido reprendidos dello, parésceles mal e aborréscenos e empezan ya a nos perseguir y amenazar". Los motivos en que se apoyaban fray Jerónimo y sus frailes pa– ra atacar a los oidores y a sus paniaguados no eran de poca mon– ta, pues les achacaban, entre otros abusos, haber reducido al indio a mero artículo de comercio... "Porque sepa que sus oidores lo con– sienten muy indiferentemente y so color de vender una estancia o un poco de ganado, venden los indios, y los oidores se lo enco– miendan a quien compró la estancia y dan ocasión que se lleven los dineros robados". De estas denuncias y avisos nacía la hostilidad de los oidores. Así consta, por ejemplo, en el informe que el licenciado Alonso de Zorita levantó en Bogotá en el año 1550, donde afirma que los oido- 313

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