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La paz es noble, pero frágil De nuevo en Biaza, Bernardo de Armenta vio, por fin, hechos realidad sus dorados sueños de evangelización pacífica. Lejos del ne– fasto brillo de las lanzas y del pestilente olor de la pólvora, en Bia– za sólo resplandecía el metal de la cruz. Los únicos sonidos que se oían eran: el de las campanas que llamaban a oración y el de las azadas que roturaban la fértil tierra. Para el año 1545, quince mil carijós se habían hecho cristianos, y veinte mil para el 1552. Aque– llos feroces salvajes se habían vuelto "la mejor gente de esta costa", según testimonió el jesuita padre Nóbrega en el año 1549. Bajo la dirección de Bernardo de Armenta, Biaza llegó a ser una original misión-colonia agrícola. Extensas tierras cultivadas, una capilla, el convento de los frailes, dos colegios con régimen de internado, almacenes y casas de españoles y de indios reducidos formaban la Misión. La historia ha conservado los nombres de algunos de los espa– ñoles que trabajaban en Biaza: Alfonso Bellido, "persona honrada" según testimonio de Juan de Salazar, quien estuvo en Biaza en 1552; Diego de Durango, un náufrago vasco de la expedición de Rodrigo de Cunha, que llegó a la Misión en 1542; Alonso Benítez, Román Pérez, Antonio Alvarez y Pedro Beloy. El evangelio arraigó tan profundamente en aquellos indios, que, todavía en el tardío 1603, el jesuita Jerónimo Rodríguez en– contró cerca de Biaza algunos "cristianos antiguos". El padre Armenta falleció por los años 1546 ó 1547. A princi– pios de 1548, salteadores portugueses que viajaban a bordo de dos naves comandadas por Martín Vaz y Pascual Fernández, irrumpie– ron en la Misión y apresaron al padre Lebrón, a los labriegos es– pañoles y a más de un centenar de indios e indias. El padre Le– brón logró liberarse, pero murió a manos de corsarios franceses mientras se dirigía a España. La obra del pacifista Bernardo de Armenta quedó destruida por la violencia de unos desalmados cazadores de hombres. La paz es noble, pero frágil. 306