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Con detalles de vivo colorido describe la obsesiva diligencie. con que se entrega a la tarea, los momentos de decaimiento que ex– perimenta, así como el intenso gozo que le proporciona un trabajo en el que, como enamorado de la causa indigenista y miembro de la Orden franciscana, tanta ilusión ha puesto. Los mayores obstáculos surgieron al principio, cuando intenté, penetrar en las etapas históricas que subyacían bajo el período azte– ca. "En solos estos dos libros primeros gasté tiempo de cinco o seis años -confiesa-, cotejando unas historias con otras y confiriendo las narraciones entre sí". Hojeando las páginas de la Monarquía In– diana, se pueden rastrear algunos de los caminos que recorre su autor para internarse en los secretos del pasado indígena. En Tlax– cala, hace medir murallas y fortificaciones de los olmecas. En Tez– coco, observa la azotea del palacio del rey Nezahualpilli en compa– ñía de un nieto de éste. En la ciudad de México, estudia los restos de los antiguos templos aztecas. Investiga pinturas toltecas. Para averiguar el origen de los pre– decesores de los aztecas recurre a algunos "libros que los naturales tenían guardados y escondidos". Escruta también ciertas pictografías "que los más curiosos de estos indios naturales tenían y yo al pre– sente en mi poder tengo". Con permiso de un nieto del rey de Tez– coco, el célebre Nezahualcoyotl, estudia algunos códices pertene– cientes al tesoro real. Guarda en su celda como codiciadas joyas "tres o cuatro libros" utilizados otrora por los sacerdotes aztecas para contar meses, años, fiestas y acontecimientos religiosos e his– tóricos, y "una rueda" o calendario. Utiliza así mismo "algunos frag– mentos y un libro que se halló entero" en poder de un nieto del rey Nezahualpilli. Interroga a indios "de gran elocuencia y saber". Discute el sentido de muchas palabras náhuas con indios "colegia– les (de Tlatelolco) y latinos, que en su lengua mexicana son Cice– rones" ... Con raro ingenio y gran flexibilidad de espíritu combina sus tra– bajos de investigador con sus ocupaciones y responsabilidades de Superior y Lector. "Me ha sucedido -dice- lo que al invictísimo Julio César, que, peleando con los enemigos, iba escribiendo las cosas que le sucedían". Viaja a Guatemala, donde entrevista al cro– nista Bernal Díaz del Castillo, "hombre de todo crédito". Para alle– gar documentos, acude a los despachos de los escribanos, hurga en los archivos de los monasterios, pide informes por carta. "Me ha si– do forzoso juntar y conferir papeles y memoriales con mucha fati– ga de mi entendimiento e imaginación, inquirir e investigar la ver– dad, sacar relaciones y testimonios ciertos" ... Ni susviajes a Tlaxcala, Michoacán, Jalisco y Veracruz, ni sus trabajos como arquitecto y maestro de obras en la iglesia de Santiago de Tlatelolco y en va– rias represas y calzadas de México le impiden seguir en su labor de 295

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