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pueblos de indios: los terrenos, bien cultivados; las escuelas, lim– pias; las iglesias, artísticamente decoradas; alegres las bodas y solem– nes y sentidos los entierros. En estos luminosos y optimistas cuadros pintados para exaltar la Cristiandad indiana, está siempre presente la figura del fraile fran– ciscano. La Rethorica encierra una gran apología del apostolado llevado a cabo por la Orden de San Francisco en México. Edita– da en un idioma conocido por todos los hombres cultos de Europa y en una fecha -1579- en que todavía no se habían publicado las grandes crónicas franciscanas del Nuevo Mundo -la de Motolinía no se edita hasta 1580 y la de Torquemada, hasta 1615-, la Rethorica Christiana de Valadés lleva al Viejo Mundo informes de la Orden ignorados en las esferas intelectuales. Pocos años después, en 1588, . la mayoría de las noticias referentes a los indios contenidas en el li– .. bro de Valadés fueron traducidas al alemán. La Rethorica Christiana, editada en Perusa por Pietro J. Pe– trucci y acogida favorablemente por la culta Europa, no sólo puso en alto el nombre de la América india, sino también el de su autor. Los humanistas del Viejo Mundo rindieron sincera pleitesía al ex– traño fraile mestizo, nacido en Tlaxcala, que era capaz de escribir en latín clásico no sólo un buen tratado de oratoria, sino también brillantes síntesis del pensamiento de la Europa del Renacimiento. Uno de estos sorprendidos humanistas, el poeta franciscano fray Camilo Sabelio, cantó en verso eólico a su hermano traxcalteco, el de la "hermosa cabellera" mestiza: "Mas tú, humanista de Iberia bélica, a todos has superado... Mientras el aire críe veloces pájaros, la tierra fieras, y peces las aguas del vítreo océano, perdurará la gloria de tu renombre en todo tiempo". 287
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