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que, al encomiar las hazañas apostólicas de los primeros francisca– nos de México, no los compara con otras figuras de la Orden, sino con los héroes de la historia de Grecia y Roma: Alejandro Magno, Julio César, Pompeyo... Conoce los autores del Renacimiento, como se ve por sus citas de Pico de la Mirándola, Petrarca, Benito Arias Montano, Ludovico Dolce, Luis de Granada, Melchor Cano, Miguel de Medina, el "Bro– cense" o Francisco Sánchez de las Brozas, etc. Valadés escribe en la lengua culta de su época, en latín. El suyo es un latín clásico, elegante y cadencioso en general, un poco fa– rragoso a ratos. Hasta para describir cómo "tortean" o confecdonan tortillas las indias de México, recurre al latín. Su dominio del griego le lleva a tomar actitudes pedantescas, como cuando al Itinerario de Focher llama "Hodoepóricom"; y "Anakefaloiosis" a una inge– niosa síntesis que hace de la Sagrada Escritura. También en el aprecio por el indio se puede ver reflejada su concepción humanista del hombre, tal como sugiere el padre Palo– mera, quien afirma que "el matiz propio y peculiar que adquirió el humanismo en la Nueva España... fue el sentido de comprensión del indio". Valadés, en efecto, no sólo defiende la tesis -discutida por algunos durante el siglo XVI- de la capacidad de los indígenas de América para la vida civil, sino que, muy de acuerdo con la ten– dencia renacentista a exaltar la autonomía del hombre, pone de re– lieve las cualidades intelectuales y físicas del nativo mexicano y ele– va su aptitud para llevar vida "política" y cristiana hasta el extre– mo de presentarlo como paradigma de éstas. Destaca así mismo las manifestaciones de las culturas precolombinas, en especial de las mexicanas, tanto en arquitectura como en astronomía, pictografía y matemática. El renacimiento influye también en las formas de expresión ar– tística de Valadés. Es un dibujante y grabador de notables cuali– dades. Sus ilustraciones tienen gracia y perfección. Tanto en suma– nera de representar las figuras humanas como en el modo de dise– ñar viñetas y decorados, es renacentista. Veintiséis dibujos, hechos de su mano, ilustran su Rethorica. Al pie de la mayoría de ellos Valadés estampa su firma. En latín, desde luego: F. Didacus Vala– des fecit. P.D. Valades inventor. El grabado de la portada de la Rethorica lleva -enmarcado en una lápida- el título de la obra y, en la parte inferior, el escudo de armas del papa Gregario XIII, a quien va dedicado el libro. En los flancos del frontispicio, las personificaciones de la teología y la re– tórica. Corona el conjunto el escudo de la Orden franciscana sos– tenido por dos ángeles. El libro se cierra con un curioso y detalla– dísimo calendario azteca correlacionado con el juliano. 282
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