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Cien años de informes, viajes y denuncias En relación con las Leyes Nuevas, los frailes se muestran parti– darios de la liberación de los indios, pero, al mismo tiempo, amigos del orden y de soluciones pacíficas. En general, fray Juan de Zumá– rraga aconseja que no es prudente desarticular de buenas a prime– ras el sistema de las encomiendas. Opina que, para el bien de los mismos indios, es mejor que dichas encomiendas sean dadas a per– petuidad. Los dominicos se vuelven, de pronto, tan conservadores, que aconsejan a Tello de Sandoval que deje las cosas tal como es– tán, pues los españoles tratan a los indios "como si fueran sus pro– pios hijos". Los franciscanos no caen en la tentación de tornarse acomodaticios o pecar de ingenuos, pero fray Martín Sarmiento de Ojacastro, a pesar de los solemnes apellidos que carga, se mues– tra temeroso y suspicaz, advirtiendo que la "tumultuación popular" que han suscitado en México las Leyes Nuevas no es sólo mucho ruido y pocas nueces, sino que encierra "más mucho (ruido) dentro de la cáscara de lo que fuera suena". Hay que andar, pues, con mu– cho tiento. La promulgación de las Leyes Nuevas no frena las gestiones de los franciscanos de América a favor de los indígenas, que siguen oprimidos. Cualquiera de estos optimistas misioneros se siente ca– paz de sacarse de las mangas de su hábito todo un plan de reforma social. Levantan denuncias y dan pareceres con una admirable li– bertad de espíritu. Entre otros muchos, envían informes y subscri– ben cartas: Juan de la Puerta, Lorenzo de Bienvenida, Francisco del Toral y Luis de Villalpando, desde Yucatán; Francisco de Bus– tamante, desde Guatemala; Pedro de Gante, Angel de Valencia, José de Angulo, Pedro de Betanzos, Andrés de Olmos, Cintos de San Francisco, Rodrigo de la Cruz y Francisco de Mena, desde Mé– xico; Juan de Torralba, Cristóbal de Ravanera y Antonio de Carva– jal, desde Chile; Jerónimo de San Miguel y Pedro de Aguado, des– de Colombia; Antonio de Zúñiga, desde Ecuador; dos grupos de franciscanos, desde Perú; y, ya entrado el siglo XVII, varios más desde Venezuela. Entre las denuncias presentadas por los franciscanos, llama la atención por su radicalismo la del padre Francisco Morales, ex-pro– vincial de Perú. En carta dirigida al rey Felipe II, declara que las in– justicias cometidas en las Indias son tan grandes como "nunca ja– más el turco ha hecho". Y, entre quejoso y admonitorio, escribe al Rey: 254 "Acuérdese V.A. que son setenta años que nos sufre Dios... y que en este tiempo ha enviado santísimos varones a ser testigos de su verdad y justicia, los cuales no han sido creídos, y han podido tan poco, que aun no han sido parte para que tantos y tan infi-

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