BCCCAP00000000000000000000764

por fuerza le mandaban ir de donde estaba y tenía lo que había me– nester, y el licenciado Zorita le llevaba a otra parte a do no tenía con qué mantener a sí y a sus hijos y mujer, se ahorcó y murió de– sesperado". La tarea principal de los franciscanos que cooperaron con el Oidor Juan Rogel en la fundación de pueblos de indios, con– sistió en persuadir a éstos a que se redujeran voluntariamente des– pués de haberles levantado pueblos en lugares apropiados y agrada– bles. Las reducciones fundadas por los franciscanos tenían sus pro– pios responsables. "Teníamos puesto en cada pueblo un indio como fiscal o coadjutor para juntar la gente a la doctrina", recuerda Be– tanzos. El indígena era muy sensible en este punto. El Memorial de Sololá de los cakchiqueles lamenta que, en 1532, Pedro de Alva– rado les impusiera un jefe sin previa consulta. "No hubo elección de la comunidad para nombrarlo". Una cédula real de 1553 había ordenado que los alcaldes y alguaciles de los pueblos fueran elegi– dos por los indios. Seis años después, en 1559, Betanzos denunció al rey Felipe II que el Presidente de la Audiencia, Juan Martínez de Landecho, había destituido de sus puestos a los fiscales nativos y puesto en su lugar españoles. "Y ansí los quitan, y todo lo quieren ellos hacer y gobernar y ser tenidos, ni que haya voz de Dios, so– lamente, dicen, voz del Rey". La provincia franciscana de Guatemala -declarada como tal en 1565- se mantuvo fiel a la labor indigenista iniciada por fray Pedro de Betanzos. Las sesenta doctrinas o parroquias de indios que atendió durante la época colonial constituyen la mejor prueba de su amor a los vencidos. Gracias, en muy notable parte, a su la– bor social y evangelizadora, la violenta conquista de Guatemala llevada a cabo por el capitán Alvarado tiene su reverso, su otra cara, en la que brilla con particular esplendor la figura de fray Pe– dro de Betanzos. 238

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz