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"Y llegados a la isla Española, como vieron la muestra que aque– lla tierra daba de mucho oro, y la gente de ella aparejada para servir y fácil de poner en subjeción, diéronse más a esto que a enseñarles la fe de Jesucristo. Subjetados los indios, repartiólos todos Colón entre sus soldados y pobladores". Estas dos frases de Mendieta, que se resienten de cierto acento lascasiano, pintan el oscuro fondo contra el que resalta la actitud que tomaron fray Juan de la Deule y los primeros franciscanos de la isla de Santo Domingo respecto de los nativos. Primer ensayo de convivencia con el indígena La primera preocupación que manifestó Juan de la Deule al asentarse en la isla de Santo Domingo fue conocer de cerca al na– tivo y su cultura e identificarse, en lo posible, con su modo de vida. El no había venido a las Indias a sacar oro o a enriquecerse a costa de sus naturales pobladores, sino a ponerse al servicio de éstos. El ermitaño Ramón Pané compartía las mismas inquietudes. Ambos religiosos se internaron en tierras de Macorix, al norte de . la actual República Dominicana, estableciéndose cerca de una for– taleza española, a cuyo frente Colón había puesto al capitán Luis de Artiaga. En la primavera de 1495 Deule y Pané se movieron más al in– terior de la isla, a los dominios del cacique Guarionex, en cuyas tie– rras -en las proximidades de la actual población de La Vega- pa– saron dos años juntamente con Guaicabanú, "el mejor de los in– dios, que después fue cristiano y se llamó Juan", según Pané. Allí vivieron de su propio trabajo, labraron "alguna hereda– des" y levantaron un adoratorio. En la última etapa de su experiencia, de los dominios de Gua– rionex se trasladaron a los de otro cacique, de nombre Mabiatué. Los informes acumulados por los dos religiosos durante esta convivencia con los indígenas de Santo Domingo están relatados por el propio Ramón Pané en un curioso libro, el primero escrito en América, encabezado Relación acerca de las Antigüedades de los Indios. Los títulos de primer etnógrafo, primer catequista y primer antropólogo de América dados a Ramón Pané se deben otorgar tam– bién a Juan de la Deule, pues juntos estudiaron las costumbres, los mitos y las creencias de los indios, y juntos los catequizaron. La obra de Pané, terminada de redactar por el año 1498, re– fleja la vida que el ermitaño catalán y el franciscano borgoñón lle– varon entre los nativos de Santo Domingo. 22
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