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esta provincia y agora que la mayor parte de ellos están en paz... de– seamos conquistarlos de nuevo por la vía espiritual y descargar la real conciencia de Vuestra Majestad, y porque para ello hay nece– sidad de persona religiosa de buena vida y ejemplo"... La nueva remesa de franciscanos -doce en total- llegó, proce– dente de México, en 1542. Quien, entre ellos, puso más en claro con su modo de sentir y de actuar qué significaba conquista espiritual fue fray Pedro de Betanzos. Identificación por medio del lenguaje y de la simpatía La cualidad que más destacan en fray Pedro de Betanzos sus biógrafos es su dominio de los idiomas indígenas. Un informe re– dactado por un franciscano anónimo en 1583 afirma que sabía las lenguas mexicana (náhuatl), y guatemalteca ( cakchiguel), utlateca (quiché) y Zutuhil. El cronista fray Francisco Vázquez dice que entre las "muchas, varias y disparatadas" lenguas que aprendió suman más de doce. El Conde de la Viñaza, en su Bibliografía española de las lenguas indígenas de América, precisando un poco más, sos– tiene que en menos de ocho años dominó catorce idiomas. Betanzos sobresale entre los grandes lingüistas franciscanos de Guatemala -Diego Ordóñez, Francisco Gómez, Francisco de la Parra...- no sólo por haberse hecho como ningún otro "con la lla– ve maestra de la inteligencia de las lenguas de los indios", en expre– sión del padre Vázquez, sino, sobre todo, por sus obras escritas, en particular la Doctrina cristiana en lengua guatemalteca, publicada en México en 1556 y reimpresa numerosas veces durante los siglos XVII y XVIII. Consultor del obispo Marroquín, Lector de Teología, elocuente predicador, versado en Biblia y en los santos Padres, docto en las ciencias y artes de su tiempo, fue, según el citado cro– nista, "asombroso" por su memoria e inteligencia. Las aportaciones que, con la ayuda del dominico fray Juan de To– rres, hizo Betanzos para traducir a los idiomas aborígenes de Gua– temala las verdades y los misterios del cristianismo fueron deci– sivas, pero su gestión estuvo erizada de graves dificultades y no exenta de agrias controversias. Muchos de los posibles equivalentes indígenas de los términos que contiene la nomenclatura cristiana estaban cargados de referencias mágicas e idolátricas, provenientes de las culturas de Centroamérica, cuyos restos escritos -Popol– Vuh- y monumentales -Copán, Seibal, Yaxchilán, Tikal, Xultún, Ixinché, Zaculeu...- están todavía bajo estudio. Aún hoy se discu– te el significado de ciertos vocablos del Popal Vuh. El punto más controvertido fue el referente a la traducción en lenguaje indígena del término Dios. Las culturas autóctonas desig- 234
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