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"Toda el agua venía hecha sangre y también el día se volvió colo– rado por la mucha sangre que hubo en aquella jornada". El célebre Popal-Vuh, escrito a raíz de la conquista de Guate– mala, quiere mantener las tradiciones religiosas de los quichés, en– señar a los perseguidos por los cristianos "lo que estaba escondido, lo que fue iluminado por el Maestro Mago del Alba, por los Espí– ritus de los Lagos, los de la Verde Copa"... Ataca al mismo tiempo, con veladas ironías, con duros sarcasmos, a la nueva religión im– puesta por los invasores. Gumarcaah, la ciudad sagrada donde "se ajustaron las veinticuatro Mansiones", ha sido abandonada, está desierta y vacía desde que la bendijo el obispo don Francisco Marro– quín. "Aquello que hacía ver lo que fueron antaño los primeros je– fes, Quiché, ya no existe, ha sido suplantado por la Santa Cruz"... El anónimo autor de Popol-Vuh lamenta que el misterioso conteni– do de su libro, del gran libro del Consejo de los indios quichés, sea ya desconocido de todos: "su faz está oculta al que ve"... La conquista de Guatemala confirmó, una vez más, la verdad del conocido axioma: los guerreros vencen, jamás convencen. Al filo de la conciencia Los nuevos dueños de Guatemala eran, a pesar de todas sus po– sibles injusticias, cristianos, es decir, hombres capaces de poner en tela de juicio sus propios actos. Don Pedro de Alvarado, de talante Grabado en madera de las ruinas de la Antigua Guatemala. Destruida por el volcán Hunahpu en 1541, la primitiva capital guatemalteca fue reedifi– cada en el valle del Panchoy en 1542. Uno de los solares de la nueva ciu– dad fue asignado a la orden franciscana en ese mismo año de 1542. 232
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