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Desde Ernst Forstemann -para sus interpretaciones de los jero– glíficos de Yucatán- y Charles Lacombe -para sus labores de des– ciframiento del calendario maya-, hasta los modernos especia– listas Heinrich Berlín, Christopher Janes, Roberto García Moll, B.L. Turner, Edwin Shook, Yuri Knorozov, Cristina Alvarez Lameli, Leonardo Manrique, Richard Adams... Fray Diego de Landa es, además, autor de las primeras obras impresas en idioma maya. "En esta tierra (de Yucatán) -informaba en 1578 a los inquisi– dores de México- no se ha hasta ahora traducido en la lengua de los naturales cosa alguna de la Sagrada Escritura ni tienen en lengua más de una Doctrina Christiana que yo hice imprimir en esa ciudad (de México) estando en ella, y también algunos ser– mones de mano en la mesma lengua, no impresos". Landa completó también la gramática maya que escribiera su maestro fray Luis de Villalpando. La obra cultural y lingüística emprendida por Landa fue continuada por sus hermanos de hábito. En 1550, los padres Villalpando, Diego de Béjar y Miguel de Vera piden a la Corte la creación de una Universidad para "españoles y nativos" de Yucatán. En 1552, fray Lorenzo de Bienvenida trata de conseguir libros de texto para estudiantes indígenas. Por los años en que muere Landa -1579-, fray Alonso de Solano escribe un "vocabulario maya muy copioso". Fray Antonio de la Ciudad Real, que arriba a Yucatán en 1573, es autor de un "Gran Calepino de la lengua maya de Yucatán" -una obra monumental de seis volú– menes, de doscientos folios cada uno- y de un "Diccionario de Motul, maya-español", que, según Ralph L. Roys, encierra "una mina de oro para los etnologistas", con diecisiete mil palabras ma– yas y numerosas ilustraciones. Entre los lingüistas franciscanos que publican obras sobre el idioma maya en el siglo XVII, hay que recordar a fray Juan Coro– nel, fray Julián de Cuartas, Juan de Acevedo, Bernardino de Valla– dolid, Luis Vidales, Gabriel de San Buenaventura, etc. Motivos y confesiones de un Inquisidor Si la forma inflexible y poco humanista en que fray Diego de Landa entendía la fe le llevó a un grave conflicto con la cultura maya, le puso en un lance más apretado todavía frente al hombre maya. Corría el año 1562. Landa era ya Provincial. Por el mes de junio, en las cercanías de Maní, se descubre por casualidad un he– cho inquietante: algunos indios bautizados dan culto a ídolos, a es– condidas. Alarmados, los franciscanos de la zona -Pedro de Ciu- 225
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