BCCCAP00000000000000000000764

nial organizador de escuelas para niños indígenas; Francisco de la Torre, superior de especial tacto y habilidad; el obispo Francisco de Toral, ex-ministro provincial del santo Evangelio de México, du– ro crítico y denunciador de Landa... Gracias al celo desplegado por fray Diego y sus compañeros de hábito, la Orden se desarrolla con una rapidez extraordinaria en Yucatán. Después de su primitivo convento de Campeche, los franciscanos fundan otro en Mérida, en la cima de una pirámide maya. En Izamal construyen el conven– to de San Antonio, en 1549. Fundan así mismo en Maní y Cunkal. Más tarde, en 1561, en Honún y Kalkani. Poco después, en Motul y Zizantún. Para el año 1591, la provincia franciscana de Yucatán cuenta con veinticinco conventos. Años más tarde, este número sube a treinta, sin contar las ciento treinta doctrinas o pueblos de indios que dependen de la Orden. Desde 1549, fecha del primer Ca– pítulo que celebran los franciscanos en Yucatán, la figura de fray Diego de Landa va destacándose cada vez más. Preside el Capítulo de 1560. Un año después sale electo provincial. Tiene treinta y sie– te años de edad. La rica personalidad de fray Diego de Landa se despliega tam– bién en otras áreas. En el estudio del idioma y de la cultura ma– yas, por ejemplo. Recién llegado a Yucatán, examina de cerca -y admira- sus pirámides y palacios. Sube a uno de ellos y se deja llevar de juvenil entusiasmo. "Hay aquí, en Izamal, -escribe- un edificio entre los otros de tanta altura y hermosura que espanta... Y encima está una hermosa capilla de cantería bien labrada. Yo subí a lo alto de esta capilla y, como Yucatán es tierra llana, se ve desde allí a maravilla tanta tierra como la vista puede alcanzar, y se ve el mar". Se da con tanta dedicación a la investigación indi– genista, que su célebre obra Relación de las cosas de Yucatán ha sido considerada como "un tratado etnológico quizás único en la historia de la ciencia". En 1573, Diego de Landa, después de varios años de perma– nencia en España -adonde se retirara a raíz de un grave conflic– to-, regresa a Yucatán consagrado Obispo. Tal como le dice Felipe II, vuelve a sus hijos, los indios. Su episcopado se distingue por el ministerio pastoral que personalmente ejerce y por la constante -violenta, a veces- defensa que hace de los nativos frente a las autoridades civiles. Muere en pie de lucha apostólica, en 1579. Amor al indio maya; estudio de su cultura Dentro de la variedad de cargos y ocupaciones en que transcu– rre la vida de fray Diego de Landa, se puede distinguir, como una constante, un apasionado amor al indio, que salta a cada paso de las páginas de su libro Relación de las cosas de Yucatán. 219

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz