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de intervenir directamente en la preparación del nuevo código de Indias, Tastera, con la carta que escribiera a Carlos V el día 31 de julio de 1533, le había "puesto temores en el ánima", inclinándolo a una actitud más favorable a los nativos de América. "Nuestra que– rella va enderezada contra Vuestra Majestad" -le decía, valiente-. "¿Cómo, Señor, el sacro óleo con que fuisteis ungido por coadju– tor de Dios fue para afilar vuestro real cuchillo contra los inocen– tes e pupilos? Para contra los tiranos os concedió El esto, que no para contra los tristes vasallos vuestros; fue para que convertiése– des a las gentes, que no para que las vendiésedes". Los indios se enteraron a medias de los hechos. Oyeron que el padre Tastera, el que evangelizaba por pinturas y jeroglíficos y po– nía en escena comedias maravillosas, y hacía que los actores más tímidos pisaran bien las tablas y que músicos de medio pelo toca– ran las chirimías como ángeles, había vuelto nombrado Comisario General de la Orden de San Francisco para todas las Indias. Y que -y esto era ya más grave- había dicho que, amparado por las le– yes nuevas, "venía para libertar a los dichos indios e los poner co– mo de antes estaban, antes que fuesen y estuviesen so el dominio de Su Majestad". Fue tal el alboroto y júbilo que estas especies le– vantaron, que, según informó el Cabildo de México, "en el camino por donde viene (el padre Tastera) le salen a recibir e reciben mu– cha multitud de indios, haciéndole presentes e otros servicios, ha– ciéndole arcos triunfales e barriéndole los caminos, echándole jun– cias e rosas por ellos, e trayéndole en litera e andas". El irritado Cabildo de México informó de estos hechos y de sus fantasiosas explicaciones el día 23 de julio de 1543. Dos semanas después el espontáneo y alborotado júbilo de los indios se había trocado en llanto y luto. Fray Jacobo de Tastera falleció el día 8 de agosto de aquel mismo año. Por el mes de septiembre llegó a la capital la primera copia de las leyes nuevas. El 4 de octubre, el obispo fray Juan de Zumárraga, el nuevo Comisario General, que era fray Martín de Ojacastro, y el provincial del santo Evangelio escribieron al Emperador dándole su parecer sobre la nueva legislación. Entre otras cosas, le decían que ya, en México, indios y españoles formaban un solo cuerpo, que eran como carne y hueso, y que "parece horrible que los hue– sos despedacen la propia carne y que la carne se aparte de los hue– sos". De vivir, también fray Jacobo de Tastera hubiera suscrito el memorial de sus hermanos de hábito, añadiendo, quizás, que los in– dios, al formar un solo cuerpo con los cristianos, nunca debían de– jar de ser indios. 214
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