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La respuesta del indio a semejante actitud de comprensión, sim– patía y amor fue generosa. Testigo fray Bartolomé de Las Casas, quien, al hablar de los nativos de Yucatán evangelizados por Taste– ra y sus cuatro compañeros de misión, dice que, no contentos con renunciar a sus ídolos, les llevaban sus propios hijos para que los catequizaran. Tal era la confianza que habían puesto en ellos. Fruto, en gran parte, de esta compenetración cordial de Taste– ra con el indio fue el uso que -para catequizarlo- hizo de cier– tas técnicas pedagógicas, de algunos medios que hoy llamaríamos "audiovisuales": pinturas, catecismos en jeroglíficos o escritura de– nominada en su honor "tasteriana", representaciones escénicas, cantos, recitados rítmicos... Si echó mano de estos recursos fue por– que eran "conformes al uso que ellos (los indios) antiguamente te– nían y tienen", porque, según Mendieta, "de esta suerte se les de– claró muy a su modo toda la doctrina cristiana". Es decir, porque quiso cristianizar al indio sin sacarlo de su propia cultura. Predicar la fe "por pinturas" La Historia eclesiástica indiana de Mendieta, la Relación de Oroz-Mendieta-Suárez y un informe enviado en 1569 al Consejo de Indias por la provincia del santo Evangelio hablan de "pinturas", "lienzos pintados" y "doctrina pintada" utilizados por Tastera para catequizar a los nativos. "Tenía en un lienzo pintados todos los misterios de nuestra santa fe católica y un indio hábil consigo que, en su lengua, los declaraba a los demás". Este método no fue exclusivo de Tastera. Fray Pedro de Gante compuso un catecismo en figuras y abrió un estudio para iniciar a los indios en el arte del pincel. Fray Toribio de Benavente hizo que en la capilla de Belén, en Tlaxcala, indios expertos historia– ran escenas de la Creación y diversos temas bíblicos. Ateniéndonos a las noticias que da la Relación de la provincia del santo Evan– gelio de 1569, sabemos que, además de Gante y Motolinía, "algu– nos religiosos han tenido costumbre de enseñar la doctrina a los indios y predicársela por pinturas". Haciéndolo común a muchos predicadores, Mendieta describe más detalladamente el método: "Hacían pintar en un lienzo los artículos de la fe y en otros los diez mandamientos de Dios, y en otros los siete sacramentos, y lo demás que querían de la doctrina cristiana. Y cuando el predicador quería predicar los mandamientos, colgaba el lienzo de los manda– mientos junto a él, a un lado, de manera que con una vara de las que traen los alguaciles pudiese ir señalando la parte que quería. Y así les iba declarando los mandamientos". 210

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