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Cristianizar al indio sin sacarlo de su cultura La fuerza que movió una vida tan dinámica y coronada con tan floridos éxitos no provenía solamente del temperamento de Jacobo de Tastera -"alegre y gracioso de condición y de extremado fer– vor", según el cronista Mendieta-, sino, sobre todo, de su profun– do amor al indio. El primer impacto que recibió al llegar a México fue violen– to: la muerte del cacique Tecatele de Tacubaya, a quien el oidor Diego Delgadillo había roto las costillas a patadas. Herido en su más viva entraña, decidió consagrarse en cuerpo y alma al indíge– na. En una de sus cartas del año 1533, describe con frases acera– das los esfuerzos que hizo para estudiar "los secretos de esta gente, los sentimientos de sus ánimas", hasta que logró "romper este muro para entrar en sus ánimas a ver, a escudriñar con candelas las maravillas de los regalos que Dios obra en sus corazones". Lue– go arremete contra los "fastidiosos y perezosos" detractores que "no se aserraron los dientes para pronunciar la lengua de los indios". Si nada hicieron para aprender su idioma y conocer sus sufrimientos, que callen y "tapen la boca a piedra y lodo". Las prácticas idolátricas de los indios no le apartaron de su trato y simpatía. "Cuando entramos en esta tierra no nos espantó ni desconfió su idolatría, mas habiendo compasión de su ceguedad, tuvimos muy gran confianza que todo aquello y mucho más harían en servicio de nuestro Dios cuando lo conocieran, y así, ejercita– dos a servir a los dioses falsos, en resplandeciendo en su ánimas la lumbre de la fe, quedan en la fe y en sus obras muy hábiles". Gene– roso y comprensivo, los excusa de sus creencias religiosas, porque, si bien el culto idolátrico es malo, "nace de una solicitud natu– ral no dormida, que busca socorro y no topa con el verdadero re– mediador". De esta significativa actitud de tolerancia, Tastera pasa a un sincero sentimiento de admiración por el pasado indígena, cuyos restos pudo contemplar en los templos y obras de arte de México y en las manifestaciones de la vida social y cultural de sus pobla– dores: 208 "Digan los que dicen que estos (naturales) son incapaces, cómo se sufre ser incapaces con tanta suntuosidad de edificios, con tan– to primor en obrar de manos cosas sutiles, plateros, pintores, mercaderes, repartidores de tributos, arte en presidir, repartir por cabezas gentes, servicios, crianza de hablar y cortesía y estilo, exagerar cosas, sobornar y atraer con servicios, competencias, fiestas, placeres, gastos, solemnidades, casamientos, mayorazgos y sucesiones en testamento y ab intestato, sucesiones por elec– ción, punición de crímenes y excesos, salir a recibir a las per– sonas honradas cuando entran en sus pueblos, sentimientos de

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