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En fray Andrés de Olmos el fervor espiritual y apostólico no eclipsa la dimensión humana, no invalida sus sentimientos de hom– bre probo y razonable, abierto y generoso. Los chichimecas no son para él unos "monstruos" -así les llaman los tres autores de la Re– lación-, sino, simplemente, "bravos y desnudos, que por la costa andan peligrosos". Les excusa sus rebeliones y matanzas. "No es maravilla -escribe-, pues primero les mataron a ellos". Los quiere "traer de paz" a la civilización. Pide que los ríos Palmas, Bravo y Ochuse se colonicen, "no que haya conquista". Decidido partidario de la conquista pacífica, envía al emperador y al Consejo de Indias un detallado plan para cristianizar y someter la Huasteca sin violen– cia ni derramamiento de sangre. Confía en los chichimecas. "Habrá dos años los fui a ver -escribe en 1556- y los consolé y este año se bautizaron los principales dellos y los demás esperan bautismo con otros muchos pueblos hacia Tamaholipa y los Valles, que caen a la sierra, que siembran y tienen sus casas". En el río Pánuco le habían dado "ciertas saetas en señal, per signum". Estas pruebas de amistad y confianza le llenan de noble orgullo. "Y me vinieron a ver a Tampico, treinta leguas, que no lo tuve por poco". El austero y espiritual Olmos en ningún momento menosprecia las realidades temporales, la obra civilizadora de la política, el va– lor de la geografía, la expansión del imperio y los beneficios del progreso humano. "Porque los bauticé deseo tengan lo demás que conviene". Conoce al detalle la tierra que misiona, sus ríos, valles y costas. A seis leguas del río de Tuchipa se puede acondicionar un surgidero. El río Pánuco tiene zonas en las que hay más de cuatro brazas de profundidad aun con la mar baja, y lugares que dispo– nen de leña, agua y lastre... Tiene "noticia de muchos pueblos y gente cerca de Tamalipa y Tamaholipa". Y está dispuesto a dar de– tallados informes sobre otras "particulares cosas". Sueña en que, a lo largo de Veracruz, la Huasteca y Tamaulipas, avance hacia el norte la obra colonizadora y de cristianización. Hasta la Florida, que es "otro mundo". Las zonas fronterizas que él ha recorrido y evangelizado son "derrota y puerta tan grande" para que los domi– nios de Nueva España se expandan en dirección a las intermina– bles tierras norteñas. Con tal de que se evite la violencia con los chichimecas. "Sin conquista ellos vernán a lo bueno y la Palabra de Dios entraría". Olmos no vio realizados sus grandiosos sueños. Murió en Tam– pico el 8 de octubre de 1568. En 1571 según otros. Como testamen– to, dejó "un rosario, unas cuentas benditas, unas disciplinas y un cilicio". Eran sus únicos bienes. De sus obras etnográficas y lingüís– ticas se había ido desprendiendo en vida. Y sin mayores aspa– vientos a pesar de que constituían "la primera piedra del monumen– to de la historia mexicana". 180

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